El desafio de las Naciones Unidas

Desde que las naciones del mundo decidieron crear una instancia de unidad, reflexión, discusión y solución de los conflictos, de 1945 al presente, diversos y múltiples han sido los eventos y tareas que la ONU ha enfrentado. En algunos de ellos los contendientes han puesto de su parte para encontrar el cauce que el derecho internacional y la diplomacia imponen. Sin embargo, también hay un importante segmento de acontecimientos en los cuales este organismo se ha visto rebasado.

Desconocer la importancia de la ONU y de sus diferentes organismos es la más inapropiada de las posiciones políticas que pueden asumir los gobiernos y las naciones del mundo. No obstante, esto sí ha sucedido. Pero entre las tareas del pasado y las actuales existe la evidencia de profundas transformaciones. Las de ayer tenían más que ver con la guerra y la paz, los enfrentamientos fratricidas sangrientos y los efectos que ellos dejaban. En las últimas décadas el mundo ha sufrido un giro espectacular. Las guerras entre naciones no han dejado de estar presentes, pero las de hoy tienen tal vez mayor virulencia que las de ayer. Ahora el escenario lo ocupan las guerras civiles en naciones, como la de Siria.

Pero junto a esto hay nuevas tareas y desafíos que los países del mundo deben enfrentar y resolver desde la ONU. Son las referidas a la preservación de los recursos naturales, la contaminación ambiental, las hambrunas, el narcotráfico global, la xenofobia, los ultranacionalismos, el nuevo racismo, el terrorismo, los conflictos interétnicos, las epidemias (sida, cólera, dengue, sika, etc.), la mediación de conflictos de regímenes dictatoriales y la violación de los derechos humanos, como en Venezuela.

En algunos conflictos la ONU parece impotente. A pesar de ello, siempre será mejor resolver las confrontaciones internacionales y nacionales por la vía de esta instancia antes que por las más fáciles, que generalmente son las más sangrientas y de efectos devastadores.

Hoy que es el día de las Naciones Unidas, puede ser válido cuestionarla y pedirle mayor firmeza y decisión en la solución de conflictos. Asimismo, sigue siendo importante su vigencia y que las naciones del planeta crean en ella. Su nuevo desafío es renovarse en un mundo globalizado que no se atreve a ser pacífico y de diálogo.