Derecho o servicio

Cuando los sátrapas del pensamiento y verdugos de la inteligencia toman a la ideología como arma de manipulación, se fuerza el sentido común y la razón, estableciendo verdades sobre falsedad, engaño por certeza y símiles donde debe haber contradicción. Decimos esto porque ya vivimos la época en que con falso raciocinio se llegó a establecer que derecho y servicio son la misma cosa. Y con ese criterio se denominó servicio público a distintas actividades del quehacer del pensamiento.

El derecho humano, lo dice el diccionario jurídico de la RAE, resulta ser el: “conjunto de los derechos inherentes a todas las personas derivados de su propia naturaleza”, por tanto, hemos de estar claros que el derecho nace en la persona humana, surge de esta, le es intrínseco e inherente, pues viene del propio ser. El servicio público, de conformidad al mismo diccionario se define como: “actividad más caracterizadora de las administraciones públicas”; es decir, nace y viene de un tercero y, entre otros fines, tiene por objeto la satisfacción de algún derecho.

Si el uno es esencial del yo, y el otro ajeno, recibido de terceros, resulta claro que no pueden ser sinónimos, salvo que atropellemos la razón.

La educación es un derecho, lo que haga el Estado para satisfacerlo es un servicio, y lo que realicen particulares para atenderlo ha de considerarse una atención de servicio privado. Que no se nos engañe más asimilando como cierto que aquello que es un derecho inalienable sea interpretado como símil de lo que surja como motivo de satisfacción de esa necesidad.

Que no se diga más que la educación es un servicio público sin estar claros que faltamos a la razón y al sentido común. La educación es un derecho ciudadano, para lo que se organiza un servicio que pueden prestarlo instituciones públicas, fiscomisionales o particulares, respetando la libertad de los padres de escoger para sus hijos la educación que prefieran.

Ubiquemos pues conceptos: lo instrumental, que es el servicio público, está subordinado a lo principal, que es el ejercicio y goce del derecho a la educación, y no al revés.