Los niños se llenan con los problemas que los asechan y prefieren callar.

La depresion infantil crece por las drogas y los abusos

El silencio. Según los expertos consultados, el silencio es uno de los síntomas de los adultos o niños que sufren de cuadros de depresión.

Sentada sobre su dolor contenido, ‘Denise’ agarró un frío cuchillo largo de la cocina y empezó a restregarlo contra la solapa de su vestido antes de intentar suicidarse, primero empleando un arma blanca y, después, colgando una soga en el segundo piso de su casa levantada con escuálidas cañas. Desde entonces, su abuela no la deja sola.

En la mente de la niña navega la idea de quitarse la vida después de las múltiples violaciones que vivió en manos de un vecino. La familia puso la primera denuncia en julio pasado, cuando la criatura les confesó lo que había sufrido.

La depresión ha convertido a ‘Denise’ en parte de los 50 millones de personas que conviven con este trastorno en América Latina, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que en Ecuador es la compañera ocasional de 134.529 personas adultas durante los últimos cinco años (2013 al 2017), según las bases de datos del Ministerio de Salud Pública.

Hace una década, 79 menores de edad solicitaban atención atormentados por un trastorno depresivo recurrente, entre 2015 y 2017 esta cifra aumentó a 165 en el Instituto de Neurociencias; es decir, el 52,12 por ciento.

“El intento de suicidio es la cúspide de la depresión, tanto en niños como en adultos. El trauma desatado en una menor de edad por una violación puede causar un estado de abatimiento”, explica Fernando Valarezo, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Psiquiatría Núcleo del Guayas.

“Hemos tenido niños que llegan al hospital porque empiezan a pensar que la muerte es la única solución a sus problemas”, puntualiza.

El Instituto de Neurociencias y el Hospital Militar han identificado en sus registros un aumento en los casos de depresión infantil durante la última década. El 62 % de los pacientes que solicita atención al Centro de Especialidades de las Fuerzas Armadas lo hace porque aseguran experimentar algún trastorno o alteración de tipo afectivo en el ámbito depresivo. Y el 25 % de estas personas se encuentra conformado por menores de edad, según cifras del departamento de Psiquiatría de este centro, dirigido por Valarezo.

“Todo empieza con problemas entre compañeras de aula, trastornos de impulsividad y agresividad física con objetos cortopunzantes. Esos son los primeros síntomas de que un niño atraviesa por trastornos depresivos”, explica Valarezo.

Entre las causas que además pueden sumir a un menor de edad en la infinita tristeza -identificadas en el Hospital Militar- figuran también los efectos de la migración, el abandono de los padres, el ‘bullying’ o el consumo de drogas.

Alfonso, un adolescente de 15 años, lleva cinco años como consumidor de ‘H’, la droga que se ha extendido por su barrio como una plaga. La sustancia, que la siente como una cárcel, es su fuente de depresión.

Habla poco. Sus padres se divorciaron y la madre se desespera para que él no sufra. El adolescente se sienta sobre una silla del consultorio sin pronunciar palabra alguna. Acude porque su mamá duerme angustiada, pero no muestra deseo de nada.

“Estamos en una nueva época. Los niños no desean, todo se lo dan los padres. Por eso caen en una angustia que tiene efectos: la violencia como llamado de atención y el proceso depresivo de no desear nada. Antes de que pidan agua o de ir a la calle, los padres les dan la respuesta”, destaca Eduardo Espinoza, psicólogo clínico.

El consumismo también es un desencadenante de la depresión, dicen los expertos.

EXPERTOS

La mezcla de síntomas en los menores

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales dibuja el estado depresivo mayor como la sensación de tristeza, vacío, irritación y disminución del interés por sentir placer en casi todas las actividades. Las personas deprimidas pierden peso sin hacer dieta, no pueden dormir a diario, se agitan y piensan frecuentemente en la muerte.

Paola Escobar, coordinadora de Investigación del Instituto de Neurociencias, dice que la tendencia actual es la de encontrar cuadros de depresión y consumo de sustancias ilícitas, combinados, en los niños y adolescentes.