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Por la democracia, desarrollo y paz

Los 11 días de protesta social, que no queremos por ningún motivo adjetivizar, deben servirnos a los ecuatorianos, sin exclusión, para reflexionar y reencontrarnos. Decía Nelson Mandela que es muy fácil suscribir acuerdos de paz pero que lo difícil y complejo es la reconciliación en la cotidianidad, porque exige diálogo permanente, acuerdos, renuncias y desprendimientos, pero esencialmente tolerancia y reconocimiento real del otro. Y agregamos, para que todos podamos disfrutar del derecho y capacidades efectivas, no oportunidades, para una convivencia democrática, en desarrollo humano y paz. Las dos grandes riquezas de Ecuador son la diversidad de su población y la riqueza múltiple de su naturaleza; pero históricamente se ha producido una gran fragmentación de la sociedad, que se expresa en pobreza, discriminación, desigualdad, inequidad, emigración, etc. Estas distopías han hecho que en la memoria histórica y la conciencia colectiva se almacenen una serie de anhelos y animosidades de los grupos sociales que en ciertas coyunturas se expresan no siempre de manera pacífica, y que generalmente se direccionan contra el Estado, el régimen y/o las clases hegemónicas.

Nadie puede negar que la protesta social por la eliminación de subsidios de los combustibles, que afecta a los más vulnerables, conforme se extendía el tiempo se tornaba más movilizadora y muy violenta, y donde innegablemente hubo infiltrados, de todas las raleas, que hicieron que se produzca vandalismo y saqueos. En la dialéctica violentista cayeron todos, manifestantes y fuerza pública, lo que se tradujo en muertos, heridos, detenidos, destrucción de espacios públicos y patrimoniales, de edificaciones estatales y privadas, entre otras afectaciones. Pedimos que al respecto recordemos la beligerancia de la lucha de los “nicas” contra “Tachito” Ortega y su régimen familiar, o lo que está sucediendo en Barcelona por los CDR independentistas. Dejemos que actúe la Administración de Justicia para investigar y sancionar en derecho y en el debido proceso a vándalos destructores, saqueadores y uniformados violentos. No a la instrumentalización de la justicia.