Unión. Los jugadores del equipo mantense hicieron una ronda y rezaron previo al entrenamiento de ayer, al mando del entrenador argentino Fabián Bustos. La delegación del club llegó ayer en la mañana a Guayaquil.

Delfin se refugia lejos del mar

Tras el alba, los elementos del club fueron en busca de víveres para sus familiares, volver a casa no era una opción. “Salí al siguiente día para comprar algo y fue muy complicado. Esa fue una de las causas que me obligó a trasladarme pronto a Guayaqui

El desastre natural del 16 de abril no para de tener secuelas. Esta vez, en lo deportivo, las constantes réplicas y la “película de terror” que vivieron los jugadores del Delfín mantense provocó que el ‘cetáceo’ migre hacia el Puerto Principal para no perder el ritmo de cara el campeonato nacional. Ayer el equipo llegó a su nueva refugio.

La delegación del club mantense mostró en algunos jugadores tranquilidad y, en otros, todavía algo de susto por lo experimentado. Es que para ellos estar con vida, resulta todo un milagro.

Delfín concentraba en un hotel de la ciudad el sábado pasado. Eran dos jugadores por dormitorio, y unos se habituaron hasta en el cuarto piso. Estaban esperando la hora de la cena, cuando empezó el empezó a temblar la tierra.

“Compartíamos la palabra de Dios con (Rolando) Ramírez, cuando todo empezó. Vivimos algo terrible ahí. Se fue la luz, no había señal, las carreteras estaban partidas. Todos estaban como locos”, dijo el defensor Marcos Cangá.

Pero los jugadores actuaron en el acto, ejecutando maniobras jamás hechas.

“Salí en interiores del hotel y corrí unas 20 o 30 cuadras, que no sé cómo aguanté y llegué a mi casa. Gracias a Dios, Cristian Arana es mi vecino. Ese día no estaba convocado y pudo auxiliar a mi familia”, relató su experiencia Maximiliano Barreiro.

Edison Preciado es otro jugador que fue marcado por el terremoto. “Algunos compañeros tenían autos, yo no. Me tocó correr casi una hora hasta llegar a mi casa. En el camino vi todo desmoronándose. Edificios que se caían, autos bajos escombros y personas ayudando a otras. En lo personal tengo pesadillas por todo esto”.

Pero la tragedia no quedó allí. Esa noche fue la más eterna que tuvieron en mucho tiempo. “Fuimos hasta Montecristi, por la alarma de tsunami y nos tocó -a unos- descansar en nuestros carros. Yo no pude dormir”, dijo Preciado.

Tras el alba, los elementos del club fueron en busca de víveres para sus familiares, volver a casa no era una opción. “Salí al siguiente día para comprar algo y fue muy complicado. Esa fue una de las causas que me obligó a trasladarme pronto a Guayaquil”, relató Luis Caicedo.

Otros perdieron su casa y movilizaron a sus seres queridos. “Mi casa era en el quinto piso de un edificio, pero es imposible llegar, se puede avanzar hasta el tercero. No sé dónde vivir por ahora. A mi hija la envíe donde su abuela en Quito. Pero a mí me cuesta trabajar aún”, contó Francisco Silva.

El temor del 16A marcó a cada jugador de Delfín. Hoy intentan virar la página y Guayaquil los acoge con los brazos abiertos. Los futbolistas planean desde ya armar un plan para ayudar a los damnificados.