Defendamos la voluntad popular

El 4 de febrero del presente año, el pueblo ecuatoriano participó activamente en la consulta popular que le planteó el presidente de la República. Como consecuencia de esta participación masiva, ese pueblo le entregó al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social en Transición, entre otras trascendentales gestiones, la de evaluar a los miembros del Consejo de la Judicatura, de la Fiscalía, del Consejo Nacional Electoral, de la Superintendencia de Bancos, de la Defensoría del Pueblo y de la Superintendencia de Compañías, para que luego de una exhaustiva evaluación proceda a la elección de los nuevos dignatarios en transición, hasta que se dé la elección definitiva de sus nuevos miembros. La decisión popular fue clara y expresa, motivo por el cual no cabe ninguna interpretación que atente contra ella. Por eso llama la atención que haya elementos vinculados con el correísmo, porque no pueden ser de otra vertiente política, que están planteando que la Corte Constitucional interprete las resoluciones que adopte el Consejo de Participación.

Si aspiramos a que el Ecuador regrese a la normalidad institucional que le fue arrebatada malintencionadamente por el correísmo, esta equivocada actitud de quienes pretenden que se evalúen las gestiones que cumpla el Consejo de Participación resulta desde todo punto de vista, impertinente y descabellada. Tanto que se habla de la soberanía popular y tanto que se grita que el pueblo es soberano y que su voluntad es la voluntad de Dios, que es inamisible que el mandato que él le dio al Consejo de Participación en Transición para que evalúe a las autoridades antes mencionadas, pretenda arrebatársele con argumentos deleznables, que lo único que buscan con seguridad es que los concursos para elegir esas dignidades sigan siendo mañosos, con lo cual se atenta contra la democracia.

La unidad nacional que exige y reclama el pueblo debe servir para que salgamos del pantano en el que estamos inmersos, tarea que le corresponde de manera ineludible al Consejo de Participación en Transición, sin cortapisas de ninguna naturaleza.