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Sur. El cabo Jean Pierre Ibarra es de Quito y por eso participó de las elecciones seccionales de la capital.Sara Ortiz / Expreso

Unos deciden, otros atesoran la imparcialidad

El voto facultativo de los militares y policías es ejercido solo por pocos, pues varios uniformados están de servicio lejos de sus ciudades 

El papel de los militares en los comicios es garantizar la seguridad de los recintos electorales, trasladar las papeletas y vigilar que nadie las manipule.

Mientras cumplen esa misión, deben separar 10 minutos de su tiempo para convertirse en un ciudadano cualquiera que ejerce su derecho a elegir a su alcalde y prefecto, o para considerar si apoya o no la consulta popular.

No es su obligación votar, pero Jean Pierre Ibarra, cabo del Ejército, prefiere participar de la actividad democrática.

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A las 08:10 en el Colegio Humanístico Quito, en el sur de la capital, Ibarra estaba listo para entregar su arma de fuego y las municiones a otro compañero. Pidió permiso a su superior, encargó el armamento e ingresó a una mesa electoral con su uniforme de camuflaje.

Acostumbrado a seguir órdenes, al recibir las papeletas llenas de fotos y nombres, de los cuales conocía a pocos, tuvo que elegir detenidamente.

Tardó unos 10 minutos en el biombo. “Yo voto porque soy de Quito, entonces prefiero participar del futuro de la ciudad”, dijo el uniformado de 23 años.

En el recinto electoral donde él sufragó también se encontraba el mayor del Ejército John Jimbo. Su labor allí era garantizar que todo marchara bien en los recintos de la parroquia Chimbacalle. “Desde que me hice militar nunca he sufragado”, aseveró el oficial. Haciendo cuentas, calculó que son más de veinte años ya.

Una razón para su decisión de no ser parte de las elecciones es que él es oriundo de Celica, cantón al sur de la provincia de Loja. “Yo no tengo nada que decir sobre Quito, porque no es mi ciudad ni estoy muy enterado sobre los candidatos o sus planes de trabajo”.

Ni siquiera en los comicios de presidente de la República ha ejercido su derecho al voto. Su argumento es que prefiere mantener la imparcialidad y solo someterse a la Constitución.

En la Unidad Educativa Franciscana San Andrés, en el Centro Histórico de Quito, estaba listo para sufragar Milton Huigra, cabo de la Policía de 23 años que es oriundo de Patate, en Tungurahua. Para él, sí es importante elegir, pero aclaró que solo responderá las preguntas de la consulta popular. “Sobre el Consejo de Participación no sé nada. No conozco a ninguna persona ni su trayectoria, peor sobre (los aspirantes a) alcalde y concejales. Ahí prefiero anular el voto”.

El policía estaba vestido de civil y no llevaba su arma de fuego de dotación. Una vez que le entregaron las papeletas, sacó de su bolsillo una ‘polla’ escrita. Allí tenía los nombres de sus elegidos.

En La Mariscal votó el coronel Julio Barba, subdirector nacional de Control de Tránsito. “Vengo a ejercer mi derecho al voto, siempre pensando en el beneficio del país. El voto que uno da a ciertas personas que van a ser autoridades debe ser bien analizado”. El policía tardó casi veinte minutos en responder las preguntas y al salir volvió a hacerse cargo de la seguridad del recinto.

Los que votan es porque están en su casa, pero algunos son de fuera y desconocen la política local. Otros somos imparciales.

John Jimbo, mayor del Ejército