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Decenas de aspirantes a ingresar a la educación superior pública forman columnas para rendir la prueba Transformar, el pasado 26 de agosto en Guayaquil.Nelson Tubay

"Es fundamental saber el índice de empleabilidad de cada carrera"

ENTREVISTA: Alejandro Ribadeneira, titular de la Senescyt, plantea que el test de orientación vocacional se lo tome en segundo año de Bachillerato

Basado en el reciente proceso de admisión, el primero que dirigió, el titular de la Senescyt estima que la mayoría de aspirantes no tiene claro el panorama de toda la oferta académica disponible ni cómo postular. Lo dice porque siguen insistiendo en las mismas carreras tradicionales; y por la elección “sui géneris” que algunos hacen. Por ejemplo, Medicina en una ciudad y Derecho en otra. También porque algunos eligen ingeniería, aunque el test vocacional les dice que sus aptitudes son más bien para sociales.

¿Qué medidas prevén implementar para solucionar esos aspectos que usted menciona?

Hemos hablado con el Ministerio de Educación para que el test de orientación vocacional no lo tome la Senescyt cuando va a postular, sino que lo tome en el segundo año de bachillerato, para que el estudiante tenga por lo menos un año o un año y medio para poder reflexionar sobre cuál sería su propuesta. Así iría con una visión mucho más clara de hacia dónde tiene que apuntar. También tenemos que ir difundiendo la valía de las carreras técnicas y tecnológicas superiores, que tienen menos años de duración, son de tercer nivel y ofrecen la posibilidad de encontrar trabajo más fácilmente.

Nosotros hemos publicado sobre las ventajas de esas carreras. Pero también hemos visto que su oferta repite la estructura de las universitarias: hay más opciones en áreas humanísticas que en ciencias duras o prácticas. ¿Se puede modificar esto?

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Sí. Yo creo que hay necesidad de reforzar el concepto de las carreras técnicas y tecnológicas. Técnicas es por ejemplo la Electromecánica, la de técnicos agropecuarios, agroforestales. Hay muchas carreras que se pueden ir agregando, proponiendo. Todos los territorios tienen una problemática propia. Entonces cada instituto debería apuntar a resolver primero los problemas y necesidades de su territorio. La propuesta del presidente (Guillermo) Lasso, lo que hacía era darle la autonomía para que las universidades, escuelas politécnicas e institutos superiores puedan proponer mucho más ágilmente las carreras pertinentes a su territorio. Pero cómo le decía, este proyecto duerme el sueño de los justos en la Comisión de Educación de la Asamblea.

Ribadeneira menciona la propuesta que envió el Gobierno para una reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) que, entre otras cosas, deja en manos de las instituciones educativas la creación de nuevas carreras, pero que está detenida desde hace seis meses en la Asamblea; al igual que el proceso para renovar el Consejo de Educación Superior (CES), que debió haber concluido en agosto, pero está trabado por diversos recursos legales interpuestos que aún no se resuelven.

Pero sin necesidad de una reforma legal, se podría hacer una mejor difusión de la oferta académica y que no se limite a la lista de carreras. El gobierno de Rafael Correa le pedía a las universidades informes de sus alumnos, de sus profesores y hasta de los graduados. No sabemos qué pasó con toda esa información, pero sería importante que los bachilleres pudieran conocerla antes de tomar una decisión.

Efectivamente y a veces la información que se requiere desde el CES, la Senescyt o el Caces es la misma en distintos formatos. Con eso se pretendió unificar todo en una plataforma que se llama Sniese. Era un verdadero caos. No tenía sentido. Por ejemplo, se pedía que se subiera información de los contratos de los profesores. ¿Para qué?, si esos contratos se los podía hallar en el Ministerio de Trabajo. Pedían información de los afiliados al IESS, ¿para qué? Si con los números de cédula se verifica en el IESS si están afiliados o no. Se pedía la dirección domiciliaria y el número de teléfono personal de cada uno de los profesores...

¿Qué están haciendo ustedes?

Nosotros estamos pretendiendo tener todo en un solo paquete. En un programa mucho más amigable, que no requiere tanta información y que no exige que una universidad tenga más de 30 personas dedicadas exclusivamente a la tarea de subir esa información. Pero, por otro lado, hay información que debería pedirse y que no se pide.

¿Como cuál, por ejemplo?

Por ejemplo, el índice de empleabilidad. Eso es importante. Es fundamental saber el índice de empleabilidad de cada universidad, de cada carrera. El perfil de egreso del estudiante. Toda esa información deberíamos tenerla en una sola plataforma, de tal modo que siendo pública la plataforma y los datos, no habría ninguna dificultad para que pueda estar al alcance de cualquier persona que quiera consultar. Si alguien quiere estudiar Derecho en la Universidad Central, que pueda ver el perfil del graduado, cuál es el índice de empleabilidad, cuáles son sus remuneraciones promedio. Esa información relevante que vale la pena tener. No existe todavía. Tenemos que levantarla.

Es fundamental saber el índice de empleabilidad de cada universidad, de cada carrera, El perfil de egreso del estudiante. Toda esa información deberíamos tenerla en una sola plataforma.

¿Ustedes le van a pedir esa información a las universidades?

Estamos trabajando en el diseño de la nueva plataforma para hacerlo primero más amigable, segundo, mucho más sencilla. Y hacerla mucho más relevante que tenga datos que sean importantes y no se tenían.

¿Requieren de una reforma legal para hacerlo?

.La Senescyt busca un acuerdo con las otras instituciones que manejan la educación superior con el CES y el Caces para tener una sola plataforma de manejo de la información y que esta sea adecuada y simplificada. Y ya hemos empezado a trabajar en ello.

¿Cuántas carreras, aproximadamente, componen la actual oferta académica de la educación superior del país?

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Ese es un dato en frío. Le podemos preparar la información a través de la Secretaría de cuáles son las carreras disponibles, tanto en universidades y escuelas politécnicas como en tecnológicos superiores. Pero el abanico es bastante grande. Hablamos de más de 100 carreras. Debe haber mucho más de 100. Entonces tenemos que difundir qué carreras existen y ojalá ya contemos con el perfil de egreso y el nivel de empleabilidad y remuneraciones.

Ojalá sea así. Hemos tratado el tema con otros secretarios de educación superior, pero finalmente sus ofrecimientos o planes no se han concretado.

Nosotros tenemos una filosofía diferente. Aquí lo que se dice se hace y lo que se promete se cumple. Dijimos que íbamos a ampliar los cupos, ya lo hicimos, ya cumplimos una parte. Queremos una oferta académica pertinente y de calidad. Ese es nuestro compromiso.

Usted dice que ampliaron los cupos de 90.000 a 120.000. Pero también dice que se presentaron a la prueba 225.000 aspirantes. Es decir, más de 100.000 no iban a obtener un cupo. Es imposible que todos puedan hacerlo.

Sí, esa es una realidad que no solamente se da en Ecuador, sino en el mundo entero, sin importar ideología ni forma de gobierno. No todos pueden ingresar al sistema. Esa es una cuestión importante, pero también hay otra cuestión importante. ¿Sabe cuántos cupos nos sobraron de esos 120.000? Alrededor de 13.000 cupos. O sea, que ofrecemos 120.000 y lo aprovecharon 107.000. No tiene sentido. Despreciamos la posibilidad de tener 13.000 personas en el sistema. Creo que hay que profundizar en la difusión de las carreras y enamorar a la gente de esas carreras para que puedan optar por ellas.

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Alejandro Ribadeneira, titular de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) del Gobierno de Guillermo Lasso.Cortesía

CONTEXTO: Tras dirigir el primer proceso de admisión a la educación superior de este Gobierno, el actual titular de la Senescyt tiene claros algunos aspectos que se deben mejorar de cara al siguiente, que empezará en febrero de 2022. Entre ellos, una mayor y mejor difusión de la oferta académica, con datos más relevantes para el aspirante..

No todos pueden ingresar al sistema. Esa es una cuestión importante. Pero hay otra cuestión importante: ¿Sabe cuántos cupos nos sobraron de los 120.000? Alrededor de 13.000.