Se debe prohibir la carne de vacuno

Christiana Figueres, la exfuncionaria de NN. UU. responsable del acuerdo climático de París 2015, tiene una asombrosa visión con respecto a los restaurantes del futuro. “¿Qué tal si los restaurantes en 10 a 15 años comienzan a tratar a los carnívoros de la misma manera que a los fumadores?”. Es un comportamiento que debe ser desalentado o incluso prohibido. La producción de carne -especialmente la cría de ganado vacuno- emite metano y requiere insumos intensivos en CO2. En informes recientes se indica que “es esencial que se proceda a una enorme reducción en el consumo de carne” para evitar la “degradación climática”. He sido vegetariano toda mi vida adulta. Sin embargo, quiero cerciorarme de que la ciencia que sustenta las afirmaciones sea correcta. Muchos artículos de prensa sugieren que eliminar el consumo de carne podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 50 % o más. Esa cifra es monumental, como lo es el engaño que conlleva dicha afirmación. La reducción del 50 % en las emisiones se logra yendo mucho más allá del vegetarianismo. Requiere convertirse completamente en vegano (dejar de comer y usar cualquier producto animal), lo cual no va a llegar a ser el régimen alimenticio prevaleciente para la mayoría de las personas en un futuro próximo. Aun así, los medios sugieren que convertirse en vegetariano puede lograr una reducción del 20 al 35 % en las emisiones individuales de una persona. Pero estas no son las emisiones totales de una persona, sino solo las provenientes de los alimentos. Se ignoran cuatro quintas partes de las emisiones, lo que significa que el impacto es cinco veces inferior. Una dieta sin carne probablemente reducirá las emisiones de una persona en 540 k de CO2. Para la persona promedio en el mundo industrializado eso significa reducir sus emisiones en apenas 4,3 %. Pero esta cifra aún exagera el efecto, ya que ignora un antiguo y bien descrito fenómeno económico que se conoce como el “efecto rebote”. Las dietas vegetarianas son un poco más baratas y ahorran dinero, el cual se gastará en otros bienes y servicios que producen emisiones adicionales de gases de efecto invernadero. Un estudio sueco muestra que una dieta vegetariana es 10 % más barata, liberando aproximadamente 2 % del presupuesto total de una persona. Ese gasto adicional causará más emisiones de CO2, las que, según el estudio, contrarrestarán una mitad de las emisiones ahorradas cuando una persona se convierte en vegetariana. En el entorno de un país desarrollado, convertirse completamente en vegetariano por el resto de su vida significa que usted va a reducir sus emisiones en aproximadamente 2 %. Un recorte de emisiones de un par de puntos porcentuales no es nada que merezca ser objeto de mofa, pero no es algo que “salvará al planeta”. La inconveniente verdad es que pocas acciones individuales pueden transformar la batalla contra el cambio climático. Una acción que podría marcar una verdadera diferencia es hacer campaña a favor de un gasto mucho mayor a nivel mundial en inversiones en investigación y desarrollo de energía verde. Esta tecnología debe desarrollarse en gran manera si queremos adelantar la llegada del día en que las alternativas energéticas puedan superar a los combustibles fósiles.