El Santuario Histórico de Machu Picchu, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Es una de las nuevas siete maravillas del mundo.

Cusco: Magia y misterio del recuerdo inca

En los asientos 23 B y C del vuelo AV837, con destino de Lima a Cusco, viajaban los esposos Auquitayasi, de la provincia de Calca. Era la primera vez que abordaban un avión para retornar a su hogar. La emoción de la pareja de mediana edad era contagiante, y fotografiar el majestuoso Cusco desde la ventanilla del avión parecía ser su misión de viaje. El 23 A, mi privilegiado asiento, era el obstáculo que no les permitía un primer plano. Me invadió la curiosidad y giré hacia la ventana. Desde lo alto, el Hayli Qosqo (Ciudad de Cusco) me deslumbró por su naturaleza e imponentes estructuras. Nos quedamos sin aliento.

Aterrizamos en un día caluroso en el modesto aeropuerto Alejandro Velasco Astete, que recibe a diario a turistas de todo el mundo, que llegan atraídos por el legado histórico de las paredes y muros de piedra que evocan la grandeza de los hijos del sol. Las campanadas en las iglesias marcaban las 12. “¡Bienvenidos a Cusco!”, dijo el jefe de tripulación y desembarcamos en esta ciudad multicolor.

En el estacionamiento espera Marco Huayta, guía natural de la provincia de Anta, encargado de trasladar a la comitiva de periodistas y diseñadoras invitadas por la Escuela Chio Lecca hacia su sede en el Valle Sagrado. Éramos compañeras, con la necesidad de hacer conciencia sobre la ética e identidad peruana en la moda. El primer contacto fue con el distrito de Chinchero, provincia de Urubamba, lugar caracterizado por sus comunidades artesanales, cuya población es la más típica del Valle Sagrado. Estábamos a 3.400 msnm y la altura hizo su efecto. “Llegó la hora de presentarles nuestro remedio con hoja de coca”, dijo Marco. La coca es usual en Cusco para calmar el soroche, masticando sus hojas o bebiéndola en infusión.

Algo que impresiona al visitante latino, especialmente, es la admirable cultura de turismo y servicio al cliente de Cusco. Los taxistas ofician de guías y es común que la gente hable inglés, español y quechua. “¡Fotuta Orqoy! Les tomo la foto”, exclamó Marco y capturó nuestro primer recuerdo en la Ciudad Imperial.

La última parada fue la sede de la escuela en Yucay. Ya era de noche y el cielo del pueblo se iluminaba de estrellas. Jamás las vi tan grandes. El Valle Sagrado tiene una magia de misterio y energía indescriptible. Durante una semana nos sumergimos en sus inspiradores rincones. Uno de ellos, diagonal a la escuela, es la casa del último inca, que data de 1450, y que pertenecía al Inka Sayri Túpac. Sus estructuras son originales y en sus paredes se ven, aunque borrosas, las imágenes de Wiracocha (Dios del Sol).

Transportarse en la zona es económico, al igual que alimentarse. Ir desde Yucay hasta la calle principal de Urubamba en un recorrido de cinco minutos en motonetas o combis representa 30 centavos de dólar. Y desde Yucay hasta la ciudad de Cusco en un recorrido de una hora y media en bus, un dólar con 81 centavos. Cualquier recorrido le permite disfrutar de los hermosos paisajes en esta región, que brinda seguridad al turista. Comida fusión, mediterránea o típica; cuy, pollo a la brasa, pizza artesanal y todo tipo de sopas se pueden degustar en una gran variedad de restaurantes.

Llena de historia, identidad, naturaleza y color, las calles y valles del Imperio Inca llaman a la sensibilidad y admiración por una identidad que contagia.

Tierra que cuenta historia

Sus verdes valles están rodeados de montañas y muchas de ellas tienen cruces. Noel del Arca, historiador nativo de Ollantaytambo, explica que las cordilleras eran los Apus (Dioses) de los incas, pero estos se oponían a venerar la cruz. Entonces los conquistadores violentaron sus montañas y les clavaron cruces, imponiéndoles la religión durante la época de la conquista. Actualmente Cusco posee imponentes iglesias y catedrales, que representan un gran atractivo turístico. Sus cruces tienen un sol tallado, que hace alusión a que Dios es también naturaleza. En el departamento de Urubamba está ubicado el Santuario Natural de Machu Picchu, construido a mediados del siglo XV en el promontorio rocoso que une las montañas Machu Picchu y Huayna Picchu. Se llega por tren de Perú Rail, en paquetes turísticos de uno y dos días. El costo varía de 150 a 200 dólares para el turista extranjero y 80 dólares para el local. Recibe visitantes todos los días del año. Por eso la zona está dolarizada y la comida es cara. Se sugiere llevar snacks, frutas y agua.