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La cuadra de las casas vacias

En una misma cuadra de un barrio patrimonial de Guayaquil existen tres propiedades abandonadas. En la calle Tulcán, entre Luque y Aguirre, frente a una parada de la Metrovía, se ubican los inmuebles que pasaron de ser estructuras de elegante diseño a

Antiguas y vecinas casonas llenan una cuadra de la calle Tulcán. Frente a ellas, un edificio de la Función Judicial.

En una misma cuadra de un barrio patrimonial de Guayaquil existen tres propiedades abandonadas. En la calle Tulcán, entre Luque y Aguirre, frente a una parada de la Metrovía, se ubican los inmuebles que pasaron de ser estructuras de elegante diseño a botaderos de basura, guaridas de delincuentes y puntos de microtráfico de drogas.

Gustavo Rivadeneira tiene 50 años viviendo en el barrio patrimonial del Salado, es dirigente del comité de moradores y conoce la historia del sector. Él indicó, por ejemplo, que la propiedad situada en la esquina de Luque y Tulcán pertenecía a una familia de apellido Briz y que fue una de las más bonitas de su época, pero ahora lleva aproximadamente diez años deshabitada.

Al lado hay otra propiedad atribuida a esa familia y que completa la cuadra hasta Aguirre. Corre con la misma suerte: luce destruida, desmantelada y cubierta por la maleza.

Según Rivadeneira, las infraestructuras de la familia Briz fueron incautadas por el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), supuestamente por la acumulación de deudas con esa entidad estatal.

Frente a las dos residencias, en la esquina de Luque y Tulcán, está ubicado el edifico Vihcar, embargado por la Agencia de Garantías de Depósitos (AGD) y luego adquirido por el Consejo de la Judicatura de Transición (CJT), según la versión de Rivadeneira.

Allí el Gobierno ubicó la Unidad Judicial de Familia, Mujer, Niños y Adolescentes.

Pero tras el terremoto del pasado 16 de abril, dicha Unidad se trasladó al Complejo Judicial Guayaquil Norte (Florida) y el inmueble quedó entonces a merced de vagabundos que convirtieron la edificación en su lugar de residencia, aumentando así la peligrosidad del barrio.

“Cuando la Unidad Judicial funcionaba, el lugar estaba copado por negocios que otorgaban movimiento a la zona. El sitio era seguro por la iluminación y la vigilancia policial que había”, recuerda Rivadeneira.

En la misma manzana pero en la parte posterior, que da hacia la calle Carchi, existe otro caso relacionado, que en su momento fue publicado por este Diario. Una casa abandonada por alrededor de 15 años, que tras los múltiples reclamos de los moradores por las molestias y peligros que les representaba fue demolida hace unos meses por orden del Municipio.

Antes servía de escondite para trabajadoras sexuales y delincuentes. Y ahora ese terreno es utilizado como baño público y botadero informal.

Los vecinos temen que esta situación se repita y multiplique con las otras casas vacías.

“Una opción sería coordinar con las autoridades competentes la evaluación de las casas antiguas y plantear la recuperación de esta parte histórica”, plantea Miguel Cantos, también morador del barrio.

Otra vecina, Noemí Cruz, cree que estos espacios deben ser donados a escuelas aledañas para que los alumnos realicen sus actividades escolares.

EXPRESO consultó al respectivo departamento del Municipio de Guayaquil sobre la situación de estas viviendas y su posible destino, así como las preocupaciones de los vecinos del sector. Ofrecieron responder en los próximos días.

En cuanto a la inseguridad, en Vélez y Carchi hay una Unidad de Policía Comunitaria. Según Rivadeneira, los agentes colaboran para controlar la situación, pero la falta de recursos les dificulta el trabajo. La escasa iluminación es un aliado de la delincuencia que ellos también han denunciado.