Critica a la razon mesianica y banal

Todo populismo es mesiánico. El actual, mucho más. Es escatológico. Asaltó y distorsionó el recurso del ilustrado y honrado Velasco. Lo mal copió. Por esto crea, recrea y difunde “razones ideológicas-políticas” falseadoras y míticas que usa como eslogan, propaganda y canciones. No es un imaginario social nacido por necesidad y presión popular. Es creación de un PhD delirante, que con gritos, gestos y rituales histéricos anuncia al nuevo Mesías de la historia nacional. Él, como “Yo el supremo”, sentencia: “El pasado no volverá”. Ignorando que él mismo es reinvensión propagandística posmoderna.

El presente no debiera ser inestable, crítico, perverso, frívolo y banal. Así lo hizo la razón mesiánica en la “década mentida”. Generó la creencia de que luego del tiempo partidocrático y ajustes neoliberales, él y su programa serían el paraíso del SS XXI, del buen vivir de la RC y del mal vivir del Ecuador diverso, que dogmática y autoritariamente quiere homogenizar.

Por esto la crítica, oposición y rechazo a la “razón mesiánica” es un deber, más cívico y humano que ideológico y político, para que la ciudadanía, la sociedad diversa y el Ecuador histórico puedan tener futuro.

Llegó como un bloque social contrario a los desajustes socioeconómicos que creó su jefe de campaña: el FMI. Pero su gran resentimiento social, la megalomanía, la paranoia y la obsesión de vivir y gobernar como “Yo el supremo”, lo llevó a desbaratarlo, hacer de sus miembros sus enemigos y descalificarlos. Esta es la historia viva y evidencia inequívoca del autoritarismo y mesianismo de rituales sabatinos.

Llegaron con sofistas jurídicos y crearon una nueva institucionalidad. Así, desde lo jurídico y por la derecha erigieron un sistema de derecho torcido que explica, justifica, y persigue y sanciona toda idea, palabra y propuesta contrarias.

Con accionar goebbeliano creó un Estado de propaganda y propaganda del Estado que viola sensatez, refuta, descalifica y ofende a todos. Por esto lo que es deber-obligación del gobernante se lo “vende” como benevolencia de la razón mesiánica banal de la política, la ética, la razón elemental y la crítica.

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