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Crisis en nuestra ‘alma mater’

Una de las instituciones más antiguas, representativas y emblemáticas de nuestra ciudad es la Universidad de Guayaquil, que este 2018 está cumpliendo 150 años de fundación.

Han sido innumerables las generaciones guayaquileñas y de su entorno geográfico que se han formado en sus aulas. Debido a su historia gloriosa y de aporte a las ciencias y el desarrollo de la ciudad y el país, resulta triste, como guayaquileña y catedrática de esta ‘alma mater’, leer y escuchar en los medios de comunicación los vergonzosos acontecimientos de estas últimas semanas: corrupción, politiquería e indecencia.

La universidad, como parte del Estado, también fue copada como casi todas las instituciones estatales por el esperpento revolucionario que dirigió la década pasada. Por donde pasaron, cual huracán, han dejado todo patas arriba.

Ahora se conoce públicamente lo que muchos sospechábamos: que ese interés frenético de ciertos funcionarios públicos por aferrarse a sus cargos se entiende por la desesperada acción de no permitir que sean expuestas a la luz pública sus mañoserías. No les ha importado atentar contra el prestigio de nuestra centenaria universidad, en la que laboramos académicos, científicos, epistemólogos y profesionales. Los postulados de autonomía y cogobierno, que significan libertad de pensamiento, no pueden ser manipulados por los beneficiarios del caos y la corrupción; debe existir una actitud más comprometida por parte de los organismos oficiales de supervisión y control de la educación superior frente a la crisis que vive nuestra ‘alma mater’, pues su silencio o respuestas tibias resultan sospechosos.

Urge que las instituciones guayaquileñas formen un gran frente en defensa de la Universidad de Guayaquil, pues esta no puede ser tierra de nadie, para que sea invadida impávida e impunemente. Pensar que la depuración saldrá exclusivamente, desde el interior de su claustro, es dejarla en indefensión. Hay que desalojar a los invasores y mercachifles de la educación, para que imperen la academia, la transparencia y la decencia.