La crisis y los migrantes potenciales

No se descubre novedad alguna destacando que las crisis cíclicas que han sufrido o sufren los países, de cualquiera de los continentes, han devenido en enormes movimientos migratorios orientados hacia aquellas naciones que lograron mantener su prosperidad. En Europa es clásico el ejemplo de las enormes masas de trabajadores españoles que se movilizaron hacia sus vecinos europeos entre 1946-1973, especialmente hacia Francia, Alemania y Suiza, y también hacia América Latina, sobre todo a Argentina. En la década de 1960 llegaron a 2’000.000 de migrantes y la suma total sobrepasó los 2’600.000 en ese período.

En Ecuador, el auge petrolero venezolano de mediados del siglo pasado hizo atractivo irse a radicar a la patria de Bolívar. Muchos profesionales de gran valía y, por supuesto, ecuatorianos de menores niveles de ingreso, todavía son una enorme huella en distintas ciudades de Venezuela.

En otros momentos, y buscando huir de las malas condiciones de la economía, muchos compatriotas optaron por el “sueño americano” y es muy visible su presencia, principalmente en las urbes de la costa oriental de EE. UU. Nueva York y sus alrededores albergan enormes colonias plenamente asimiladas al “american way of life” y, pese a las actuales restricciones, sigue un significativo número de ciudadanos intentando salir hacia allá para reunirse con sus familiares o en busca de mejores ingresos.

Igual, más recientemente, ha ocurrido con la migración hacia Europa, de manera particular, por razones de lengua común, hacia España. Precisamente, cuando la crisis económica afectó a dicho reino, se dio un transitorio flujo de migrantes que regresó a Ecuador alentado por múltiples promesas gubernamentales.

La crisis que ahora vuelve a golpear al país, estimula otra vez la salida pero, en esta ocasión, las puertas cerradas del continente europeo y las de Norteamérica impiden cumplir el angustiado propósito.

No es difícil, en la situación descrita, imaginar el peso que esa frustración generará en la situación social interna. La necesidad de sobrevivir romperá las tradicionales barreras morales y muchos, demasiados compatriotas, se vincularán a diverso género de delitos, tal cual ya está ocurriendo con pescadores de las costas manabitas o pobladores de nuestras zonas urbanas.