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Eckenner Recalde, asambleísta
Acusado. Eckenner Recalde leyó con extrema dificultad el texto de su defensa. Todo lo tenía escrito. Incluso (y esto es rarísimo) el discurso de réplica.Henry Lapo / Expreso

El correísmo salvó al diezmero

El Comité de Ética perdió la batalla en el Pleno.  La bancada de UNES y el ala correísta de Pachakutik bloquearon la destitución de Eckenner Recalde.

Eckenner Recalde conservó su escaño. No hubo votos suficientes para destituir al asambleísta de la Izquierda Democrática acusado por su propio partido de cobrar aportes económicos indebidos a los empleados de su despacho (los famosos diezmos que se han convertido en mal endémico del Legislativo). Lo salvó la bancada correísta. No bastaron los testimonios de las víctimas ni los audios que recogían claramente la extorsión: dijeron que los primeros no tenían validez de prueba y los segundos no habían seguido una cadena de custodia. “No es nuestra culpa que ustedes no hayan conseguido las pruebas”, dijo el correísta Fernando Cedeño. El informe del Comité de Ética, que reconstruyó el ‘modus operandi’ de la infraestructura de cobros indebidos montada por Recalde, necesitaba la aprobación de 90 asambleístas (los dos tercios del plenario) y solo obtuvo 77 votos a favor.

Según el Comité de Ética, Recalde perfeccionó el sistema de diezmos hasta convertirlo en una auténtica infraestructura secreta. Operaba a través de su cuñada, Carmen Calderón, a quien había conseguido emplear en la Asamblea, en el despacho de otra asambleísta de su partido. Calderón figuraba como asistente de Rocío Guanoluisa (cuya presunta complicidad no fue tratada lo suficiente en la investigación de este caso) pero rendía cuentas a Recalde y usaba su oficina. Y si la exvicepresidenta de la Asamblea, Bella Jiménez, cayó por el registro de las transferencias bancarias, el asambleísta de la Izquierda Democrática (desafiliado y expulsado ya de ese partido), cobraba solamente en efectivo.

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Para rizar el rizo del sistema de cobros, llegó incluso a exigir a los extorsionados que hicieran una declaración jurada ante notario asegurando que nadie les había pedido dinero alguno. Cuando se negaron, fueron despedidos.

Eckenner Recalde centró su defensa en la descalificación de las pruebas por la supuesta omisión de formalidades. Citó en su favor los testimonios de su cuñada y de su asistente, Patricio Guayaquil, cuya voz fue grabada por una de las víctimas de la extorsión cuando les pedía cantidades específicas de dinero para un “proyecto político”. Dijo, además, aunque sin molestarse en demostrarlo, que los audios (en uno de los cuales se lo escucha claramente hablando de cobros) fueron editados.

Recalde leyó todas sus intervenciones, incluso la réplica, con extrema dificultad. Levantando el papel casi a la altura de los ojos, pasaba por alto los signos de puntuación más básicos (o se los inventaba donde no los había) y liaba todos los significados de las frases. Citaba párrafos largos del informe del Comité de Ética y lo confundía todo: donde el informe decía “Si no sabe cuánto dinero le dio porque no vio...”, él leía: “Si no sabe cuánto dinero le dio, ¿por qué no vio?”. Donde estaba escrito “Dijo que buscaba...”, él leía: “Dijo: ¿qué buscaba?”. No una, no dos, no diez veces: decenas.

Cinco horas duró la sesión, en el transcurso de la cual los audios inculpatorios fueron reproducidos varias veces por parte de los acusadores. Cerca del final del debate, cuando estaba claro que la bancada correísta y los integrantes de Pachakutik afines a su causa bloquearían la destitución, la legisladora Johanna Moreira, quien condujo el caso a nombre de la Izquierda Democrática, pidió reproducir un video con un segmento de la comparecencia de Recalde ante el Comité de Ética. Era, dijo, un ejemplo del tipo de cinismo que el Pleno se estaba negando a condenar. “Me sacan de contexto -dice Recalde en ese video- porque en el audio digo ‘hay que cobrar’, sí, hay que cobrar ciertos boletos que varias organizaciones nos han pedido entregar como para hornados solidarios”. Y donde dice que su asistente Patricio Guayaquil “ya le entregó”, quiere decir que “ya le entregó ideas y proyectos”.

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El nepotismo se disfraza

Aparte de encontrar culpable a Eckenner Recalde, el informe del Comité de Ética, cuya aprobación bloqueó el correísmo, establecía otras líneas de investigación. Hablaba, por ejemplo, de “comportamiento coludido” de varios asambleístas para disfrazar el nepotismo. Y recomendaba “revisar todas las contrataciones” para descubrir casos similares al de la cuñada de Recalde.

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