Corralito

A propósito de la subida del encaje bancario de los bancos más grandes, del 2 % al 5 % de los depósitos, el Dr. Fidel Egas (@fegasg), factótum del mayor banco del sistema, tuiteó en días pasados que “el Gobierno se lleva la plata de la gente con la elevación del encaje. Otro feriado construido por Correa puede venir. Defendámonos”.

La subida del encaje es un sendero, aún no muy perceptible, que puede desembocar en un “corralito” a lo Argentina, luego de haberse dado el tumultuoso desenlace de la convertibilidad. Con el feriado bancario se armó el corralito, se atraparon los depósitos y la gente perdió, de la noche a la mañana, el 75 % del valor de sus capitales y ahorros.

Se volvió entonces hacia los regímenes de represión financiera caracterizados por la diabólica secuencia de gasto público desaforado, abuso del poder, presiones inflacionarias, distorsiones en los precios, controles cambiarios, apreciación artificial de la moneda, e implantación del tipo de cambio múltiple.

Son estos los libretos: argentino de Kirchner y venezolano de Chávez y Maduro. Es lo que pasará en Ecuador si se abandona la dolarización, produciendo el desliz inevitable hacia la miseria, que es el patronímico del socialismo en todas sus épocas.

Para el Gobierno RC, la dolarización es maldición y bendición al mismo tiempo. Maldición porque le hace vivir dentro de los límites propios de una chequera y limita las opciones de imprimir billetes a la vieja usanza para pagar deudas con dinero falsete. Es bendición porque contrarresta la inflación y provoca el ajuste por la vía de la rebaja de los salarios (en general - no de uno solo) debido a la erosión del empleo.

El propósito de subir el encaje bancario es puro y simple: trasladar los dineros de los depositantes al Gobierno, para pagar los décimos y otras obligaciones. Ya han salido a defender, o justificar, la acción argumentando que a la postre existe un exceso de encaje (que según voceros es del 12 %). Pero quienes por obligación o conveniencia argumentan tamaño despropósito, ignoran que la medida es contra cíclica (como lo son los proyectos de Plusvalía y Herencia) y que el modelo -asentado sobre las bases del agresivo endeudamiento y de un régimen tributario que ha cruzado el punto de quiebre- es fallido, sin redención, y saturado de corrupción.

La medida es mala práctica, ajena a lo legal y carente de ética. Extraído el dinero de los bancos, el Central se los pasa en préstamo al Gobierno. El Gobierno, violando la ley que establece que los gastos de capital solo pueden ser utilizados para el financiamiento de gastos de capital, paga con ellos el gasto corriente de sueldos y salarios, luego de convenientemente haber cambiado la definición de deuda.

Es el descenso hacia el barril sin fondo de la desestabilización social y política del país.

Afectada la posición de los bancos desfallece el factor confianza. ¿Que es ese el sendero hacia el corralito?: sí lo es. ¿Que se llegue allá?: esperemos que no. ¿Que el Gobierno logra con esto distraer la atención de los problemas de la corrupción que lo enmaraña?: es una hipótesis que, en el medio de la descomposición, tiene mérito y validez.

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