La consulta en Manabi
La consulta del 4 de febrero ya es pasado. Se espera que el presidente responda lealmente al pronunciamiento ciudadano. Fue un triunfo de la democracia, una contundente respuesta a una década de autoritarismo, que dejó al país confrontado, endeudado, con desaforada corrupción. En Manabí ganó el No, cuya campaña la dirigió el expresidente Rafael Correa.
Se han ensayado múltiples comentarios sobre esta postura manabita, llegándose a considerarlos una especie de “oveja negra” del rebaño de electores dentro del resultado nacional. El hecho real es que Manabí votó dividida: en las zonas norte y sur triunfó el Sí; en la zona central, con prevalencia de población urbana, triunfó el No, con el agravante de que en cantones como Manta y Jaramijó, se dio este resultado incluso en preguntas como las que pedían más sanción a los corruptos y penas más drásticas para delitos sexuales. Aquello demuestra que prevaleció la oposición a la consulta, sin excluir que contratistas beneficiados con la poco transparente reconstrucción hayan visto la oportunidad de agradecer favores recibidos, al igual que líderes locales que defendieron la reelección.
Corresponde al Gobierno revisar sus cuadros en los sectores donde la votación le fue adversa, sin perjuicio de que se realice la más severa auditoría al uso de recursos para la reconstrucción. Es la oportunidad de entregar a los manabitas la administración de su recuperación por los daños sufridos en el terremoto. No es justo, y eso debe cambiar, que Manabí haya perdido el manejo de sus instituciones. El CRM, fruto de una lucha histórica para superar la escasez de agua, fue eliminado por el anterior gobierno; el puerto de Manta fue concesionado a una empresa extranjera; dos de sus universidades fueron intervenidas. Es decir, los manabitas se sienten extraños a sus instituciones y decisiones. Y a eso hay que agregar el desatino de haber utilizado $ 300 millones de la reconstrucción para maquillar un déficit presupuestario, lo que creó un ambiente propicio para una campaña contra el Gobierno, que haría muy mal en no aceptar que perdió y tener quintacolumnistas enquistados en su administración provincial.