Consulta o Constituyente
Planteada la posibilidad de llamar a consulta popular para desmontar una serie de normas establecidas por la década correísta, este grupo ha manifestado que es preferible llamar a una Constituyente para reemplazar todo aquello que se considera inconveniente en la estructura política y social del país. Pero el fondo, ya descubierto por las declaraciones de los interesados, es permitir que el expresidente si no pudiera ser candidato a la presidencia porque el pueblo se lo negara en la consulta, tuviera la posibilidad de candidatizarse para formar parte de la Asamblea Constituyente. Una Constituyente con plenos poderes podría reformar desde las raíces al Estado actual, pero esos cónclaves no han sido de lo mejor en la estructura política del Ecuador. Ordinariamente se convierten en un cónclave demagógico que deja de lado lo positivo para engancharse en aquello que les sirva política, económica o socialmente. ¿Cuál es la intención soterrada? Lograr una mayoría en la Constituyente para profundizar las cosas detestables que establecieron, como la elección y reelección indefinidas del presidente de la República, como el caudillismo prepotente y soberbio que hizo del poder un arma para perseguir y permitir los terribles negociados que se produjeron en Petroecuador o los sobornos que entregó Odebrecht. Seguir lo que hicieron varios países que establecieron la posibilidad de la reelección indefinida, que condujo a espantosos gobiernos tiránicos (Venezuela, Paraguay, Brasil antes de su democratización y como pasó o se quiso hacer pasar en Ecuador). Aunque la consulta puede tener el defecto de que no se toquen algunos temas fundamentales para asegurar el destino del país, será el pronunciamiento popular respecto de asuntos que hieren la conciencia cívica y moral. El presidente Moreno debería acelerar los trámites para implementarla y para derogar todas aquellas cosas que el correísmo implementó para convertir a su líder en una especie de pequeño dios y para posibilitarle la revancha y el odio de que estuvo lleno cuando ejerció la presidencia de la República y que ha dejado como herencia nefasta. Además, una economía devastada a pesar de haber contado con $ 400 mil millones. El correísmo no puede volver al poder empleando sus perversas mañas sino por la senda legítima que la amoralidad desconoce.