Con la máquina de bordados se ahorra gran parte del tiempo que le ocuparía hacerlo a mano. Bordar una blusa a mano lo hacía en 3 horas, ahora en 10 minutos.

Confeccion de ropa indigena se industrializa en Duran

Trajes folclóricos. Crean vestuarios típicos que representan a la chola cuencana, los puruhua, cañaris, saraguros y otras comunidades kichwas.

Ataviado a la usanza de su pueblo, Miguel Naula Morocho dirige su pequeña industria en el vecino cantón Durán. Él es natural de la comunidad San José de Miraflores, perteneciente al cantón Colta, en la provincia de Chimborazo.

Llegó a Durán hace diez años, con la finalidad de establecer una empresa familiar; ahora trabaja con sus hijos y su yerno elaborando vestimentas típicas de los indígenas para este segmento de población, que normalmente tenían que encargar sus prendas a familiares o amigos que viajaran desde la Sierra.

Naula decidió dejar su comunidad para cambiar de condición de vida. Se enteró de que en Guayaquil había gran cantidad de indígenas y, con muchas ganas de emprender, viajó sin dubitar con su familia.

El local se llama Confecciones y Bordados Interculturales Jordi, está ubicado en la cooperativa 5 de Junio, del mencionado cantón guayasense. Su intención al crear la empresa, aparte de tener una actividad que le permita sostener a su familia y darles trabajo, fue que no se pierda la cultura y tradición indígena en cuanto a la vestimenta, especialmente en el Litoral.

Su pequeño taller de confecciones y bordados está equipado con 8 máquinas industriales y 2 bordadoras de dos cabezas.

Es la única empresa textilera en la Costa ecuatoriana que elabora prendas indígenas. Además, ha adaptado telas livianas a sus confecciones, tomando en cuenta el clima en que ahora los migrantes desarrollan su vida.

Ha variado el tipo de telas de la vestimenta con otras modernas y frescas. Para pedidos de la Sierra utiliza docoma, coshivo, popelina; para clientes del Cañar la tela llamada jaruba. “En Guayaquil utilizamos la tela llorguer y dacrón, para contrarrestar el calor”, comenta Naula.

Últimamente ha estado saturado de trabajo por la elaboración de 1.369 uniformes para los estudiantes de las Unidades Educativas Interculturales Bilingües, que realiza por encargo del Ministerio de Educación que da las prendas a los estudiantes de estas instituciones educativas.

La falda de los uniformes estudiantiles indígenas está hecha con casimir tipo italiano; la blusa la trabajan con docoma, la faja conocida como chumbi la tejen a mano y los bordados los realizan en la misma fábrica con máquinas especiales para esta labor, conocidas como bordadoras de dos cabezas. “He logrado distribuir prendas en varias provincias del país, aspiro a poder llegar próximamente con mis productos a nivel internacional; en Perú y Bolivia la vestimenta indígena es similar”.

Su “pequeño taller”, como lo llama Naula, produce 70 blusas bordadas en una semana. Los trabajos son realizados sobre pedidos de los clientes, la mayoría cautivos por años de su buena confección.

Entre los usuarios a los que entrega su producción están otavaleños, azuayos, cañarejos, chimboracenses y tungurahuenses.

Su taller es muy visitado por indígenas de toda la Sierra, en busca de que les confeccionen sus trajes típicos en vista de la dificultad de viajar a sus tierras con ese fin.

Uno de sus proyectos es diseñar un nuevo modelo de camisas con bordados en los puños y pecho de ambos lados, para hombres. Ya tiene pedidos desde la provincia de Cañar. En ocasiones los clientes le llevan fotografías con distintos tipos de diseños para los bordados. (F)