Detalles. Estrella Delgado deja “bien guapos” a sus monigotes para atraer a los potenciales compradores.

Colorida tradicion que se rellena con aserrin

La quema de monigotes de aserrín es una de las tradiciones más arraigadas en el país. Desde tempranas horas de la mañana se pueden observar a los guayaquileños recorriendo las mueblerías del suburbio, en busca del aserrín o de virutas de madera para el

Cuando Yessenia Culqui se casó con Andrés Calderón hace 5 años, hizo suyas sus costumbres, la mayoría nuevas, pero hubo una que no varió. “De pequeña, en fin de año hacía el año viejo con mis padres en Huaquillas, ahora lo hago con mi esposo e hijo”.

La quema de monigotes de aserrín es una de las tradiciones más arraigadas en el país. Desde tempranas horas de la mañana se pueden observar a los guayaquileños recorriendo las mueblerías del suburbio, en busca del aserrín o de virutas de madera para el relleno de los muñecos.

“Esta es una tradición que jamás va a morir, porque la gente quiere quemar a los personajes que marcaron su año”, indicó Salomón Santos, quien se dedica a la venta de monigotes junto al parqueadero del c.c. Albán Borja.

Salomón fabrica los monigotes desde que tiene 15 años (ahora tiene 21) en compañía de su tía. “Tenemos a todos, hasta de empresas; de Interagua, guardias de seguridad y de la empresa eléctrica, para que queme a ese que le cortó la luz”, contó entre risas.

La confección de los monigotes de tela tarda mucho menos que la de los de cartón, así lo relata Estrella Delgado, quien tiene más de 25 años de experiencia en dicho oficio. “Los años viejos de cartón se venden mucho, pero son más para los muchachos. Las personas mayores piden los monigotes de aserrín porque demoran en quemarse”.

Idea con la que concuerda Julio Galán. “Me da tiempo de contemplar cómo se quema poco a poco todo lo malo que me ha pasado en el año”. Julio hace su monigote en casa, en compañía de su familia.

Y es que los monigotes unen a las familias, indistinto de si los hacen para quemar o vender, así lo creen Lady y Jefferson, dos comerciantes de años viejos que tienen sus puestos en la av. José María Velasco Ibarra.

“En mi casa nos reunimos con varios primos desde octubre para hacer los monigotes; tenemos más de 250 listos”, mencionó Jefferson. (F)