Por que las ciudades ricas se revelan

Tres de las ciudades más prósperas del mundo han estallado en protestas y disturbios este año. París ha enfrentado olas de protestas y disturbios desde noviembre de 2018, luego de que el presidente Emmanuel Macron aumentara los impuestos al combustible. Hong Kong ha estado convulsionada desde marzo, después de que su jefa ejecutiva, Carrie Lam, propusiera una ley que permite la extradición a China continental. Y Santiago estalló en disturbios luego de que el presidente Sebastián Piñera ordenara un incremento en los precios del metro. En los tres países, los jóvenes de las urbes que no nacieron en un contexto próspero están desesperanzados ante las opciones que se les presentan para encontrar vivienda asequible y trabajo decente. Hong Kong, Francia y Chile no son los únicos que enfrentan una crisis de movilidad social y reclamos por la desigualdad, EE. UU. verá más explosiones sociales en el futuro si sigue sin cambios en materia política y económica. Para prevenir este desenlace debemos aprender algunas lecciones de los tres casos. Las protestas tomaron por sorpresa a los gobiernos que, al haber perdido el contacto con el sentimiento popular, no lograron anticipar que una acción política aparentemente modesta (el proyecto de ley de extradición de Hong Kong, el aumento del impuesto al combustible de Francia y precios más elevados del metro en Chile) desataría una explosión social masiva. Las mediciones económicas de bienestar tradicionales son totalmente insuficientes para medir los verdaderos sentimientos de la población. El PIB per cápita mide el ingreso promedio de una economía, pero no dice nada sobre su distribución, las percepciones de justicia o injusticia de la gente, la sensación de vulnerabilidad financiera de la población u otras condiciones (como la confianza en el gobierno) que pesan mucho en la calidad de vida. Otros ‘rankings’ tampoco capturan demasiado sobre la sensación subjetiva de justicia de la población, la libertad de elección en la vida, la honestidad del gobierno y la confiabilidad percibida. Es necesario preguntarle a la población directamente. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible buscan avanzar más allá de los indicadores tradicionales como el crecimiento del PIB y el ingreso per cápita, hacia un conjunto de objetivos mucho más rico, que incluya justicia social, confianza y sustentabilidad ambiental. Los ODS llaman especialmente la atención sobre la desigualdad de ingresos (ODS 10) y sobre mediciones más amplias del bienestar (ODS3). A toda sociedad le conviene tomar el pulso de su población y prestar mucha atención a las causas de infelicidad y desconfianza social. El crecimiento económico sin justicia y sustentabilidad ambiental es una receta para el desorden. Necesitaremos una provisión mucho mayor de servicios públicos, mayor redistribución del ingreso de ricos a pobres y mayor inversión pública para alcanzar sustentabilidad ambiental. Aun políticas aparentemente sensatas como poner fin a subsidios al combustible o aumentar los precios del metro para cubrir los costos conducirán a disturbios masivos si se llevan a cabo en condiciones de baja confianza social, alta desigualdad y sensación generalizada de injusticia.

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