Ciudadania, verdad y candidatos

No hay régimen jurídico-político republicano ni sociedad democrática sin el ejercicio y fiel cumplimiento efectivo del proceso eleccionario y la renovación de gobernantes. En este hecho social y cívico no solo se cambian, reeligen y designan los nuevos mandatarios y representantes de la ciudadanía (presidente y asambleístas), así se revitaliza y fortalece la democracia. Por eso las elecciones son un acto de validación y refrendación de la vida y de la acción democrática de las naciones. Sin ellas el proceso republicano, jurídico e institucional es una simple ficción. Aunque también lo es la reducción de esta al simple ritual electoral.

Las nuevas teorías y la filosofía política moderna dicen que este proceso sirve para que la conciencia social, cívica y política de los votantes madure, desarrolle y perfeccione la calidad ciudadana. Esto es importante porque el actor, sustento, destinatario y beneficiario final del régimen democrático es la sociedad. Por ello se requiere que las diferentes fuerzas ideológicas y políticas que piensan participar en las próximas elecciones no inventen escenarios que no existen ni que puedan imaginariamente ser parte del mañana. Lo que hoy se demanda es una alta cuota de sinceridad política de partidos, programas, propuestas y candidatos.

En el país, dada la situación de crisis económica, fiscal, presupuestaria, etc., se requiere que los candidatos expongan sus programas, propuestas y posibles soluciones, con realismo y honestidad. Una vez más se demanda que no se oculte, invente ni se mienta sobre “realidades” que no existen sino que son únicamente eslogan, consignas y frases de campaña para captar votos. Se requiere que las diferentes organizaciones sociales y políticas contribuyan a que el ciudadano perciba y comprenda cuál es la situación real del país. Asimismo, que se defina y explique cuál va a ser el escenario verdadero en el que se dará el accionar de los políticos que serán elegidos.

Toca al ciudadano y elector ser más cauteloso y crítico. Debe esmerarse por comprender qué realidad vive y cuáles son los escenarios que le esperan al Ecuador. y a él. De esta actitud y disposición dependen mucho las perspectivas socioeconómicas, políticas e institucionales que pueda tener el país frente a lo que vayan a realizar los elegidos.