Cisma en la Iglesia

la actitud y la postura intelectual del papa Francisco ya venía siendo controvertida por los llamados sectores conservadores de la Iglesia católica. Pero su última pastoral, aquella que se refiere al amor y propone una nueva actitud frente a los católicos divorciados que han vuelto a contraer matrimonio por lo civil, ha causado la reacción pública contraria de cuatro cardenales, que aunque no se hallen ejerciendo sus funciones pastorales en la organización eclesiástica, de todos modos revelan un pensamiento como el tradicional de la Iglesia y condenan abiertamente lo que se desprende de la mencionada pastoral. Ciertamente, esta es nueva y hasta podría considerarse herética, como ha sostenido uno de los cuatro cardenales, si se tiene en cuenta la doctrina tradicional sobre la materia, mantenida durante siglos y actualizada por la pastoral del papa canonizado recientemente, Juan Pablo II.

Antes de la publicación de la carta de los cuatro cardenales, se expresaron voces conservadoras que discrepaban abiertamente con el nuevo pensamiento del papa, pero esas discrepancias cayeron prácticamente en el vacío ante la postura renovadora de Francisco y su personalidad, que había cautivado, y aun todavía lo hace, a católicos y no católicos, a la vez que muestra su ecumenismo, dando pasos hacia la integración religiosa no solo de los cismáticos, sino de los protestantes luteranos, con los cuales la Iglesia ha mantenido una controversia de siglos, incluso con hechos de grave violencia y con el establecimiento de la Inquisición, sobre cuya vigencia la Iglesia ha pedido perdón.

Puede ser que la carta de los cuatro cardenales desate una controversia dentro del seno de la Iglesia católica, que llevaría al enfrentamiento de los sectores tradicionales, que no son pocos, con los renovadores, que alientan el florecimiento de posturas más modernas, acordes con las realidades sociales de los tiempos, aunque rocen con el pensamiento arcaico mantenido a lo largo de los siglos y sobre las cuales el Concilio Vaticano II ya se había pronunciado, aunque no llevaron a su vigencia.

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