Cierre de campana en Quito: un mundo raro
El final de campaña no fue nada llamativo en la capital.
Extraña campaña la de la Alcaldía de Quito: la mitad de los 18 candidatos apenas si se hizo notar. Xavier Buendía, Andrés Benavides, Édgar Jácome, Andrés Pasquel, Carlos Sevilla, Víctor Hugo Erazo, Olivio Sarzoza, José Vásquez, Patricio Guayaquil... Hoy cierran su campaña de la misma manera como la vivieron: con el más bajo de los perfiles posibles.
Mientras otros organizan caravanas o levantan tarimas en las calles, emprenden caminatas o se preocupan por mantener una presencia fuerte en redes, ellos no se dejan ver; varios pasaron al olvido aun antes del día de elecciones; alguno será recordado por la graciosa coincidencia de su apellido y el chispeante eslogan a que dio lugar (“Para cambiar a Quito vota por Guayaquil”); otro más, por haber sido técnico de fútbol; un tercero, por cierto ingrato episodio con una silla... Lo cierto es que la atención, en este último día de campaña, se centra en quienes la reclaman. María Sol Corral, que cerró su campaña la víspera, con una caminata por el centro, y Pablo Dávalos, que al parecer decidió no hacerlo, se sumaron también a la lista de los del bajo perfil.
En la historia de las campañas políticas quiteñas, 2019 será recordado como el año en que las estrategias empezaron a cambiar. Por primera vez, ciertas forma de comunicación proselitista que siempre se dieron por sentadas, fueron puestas en cuestión y llevadas al debate público.
¿Es responsable organizar caravanas de vehículos en una ciudad cuyo tráfico es un infierno? Llenar de carteles los postes del alumbrado público otorga visibilidad a las candidaturas pero ¿es justo contribuir de esa manera a la contaminación visual de unas calles ya abrumadas por el peso de los cables telefónicos y eléctricos? Levantar tarimas y ofrecer conciertos, contratar bailarinas y cantantes ¿no es una estrategia clásica de campaña populista?
Sin duda la candidatura más preocupada por las formas fue la de Juan Carlos Holguín. El candidato de CREO destinó este último día de campaña a una única actividad: limpiar la ciudad de propaganda. Madrugó para hacerlo y empezó en el sur de la ciudad, retirando sus propios carteles.
Sólo César Montúfar aprovechó mejor el día. De hecho, no durmió. A las cero horas arrancó a caminar y no paró hasta la tarde. Su cometido: recorrer la ciudad de norte a sur, empezando en el parque de Calderón y acompañado por una creciente comitiva. 50 kilómetros en total con una parada técnica en el parque de El Ejido.
Pero la agenda más vistosa corrió por cuenta de la correísta Luisa Maldonado. Empezó el día en radio Visión, adonde concurrió para encarar al encuestador Blasco Peñaherrera, quien acababa de acusarla erróneamente, en una entrevista en esa emisora, de haber sido condenada a llevar un grillete electrónico. Y no, no lo lleva: esos son otros concejales. Peñaherrera se disculpó como un caballero y la candidata se dirigió a la Plaza Belmonte, para su show del día. Ocurre que a Paco Moncayo, en una entrevista televisiva del día anterior, se le escapó una frase en la que dejaba entrever que debatiría con Maldonado. Moncayo no ha debatido con nadie, así que la propuesta no era pelo de cochino. Maldonado le tomó la palabra, lo convocó a las 11:00 e instaló una mesa con dos vasos de agua en media calle. Lo esperó media hora (evidentemente Moncayo no llegó), lanzó un discurso para sus seguidores de Facebook y se fue, sonreída y triunfante.
Retar a Moncayo, a quien se considera el contendor más fuerte, fue la ocupación de varios candidatos. Aparte del show de Maldonado, Juan Carlos Solines y Juan Carlos Holguín le dedicaron al menos su atención en Twitter.
Lo demás fue lo de siempre: caravanas y tarimas. Al fin de la tarde ya habían levantado las suyas Paola Vintimilla, en La Mariscal; Paco Moncayo, en la Tribuna del Sur; Jorge Yunda, en la Ciudadela Ibarra, y Luisa Maldonado, en la plaza del Consejo Provincial. Con ofertas parecidas de cantantes populares y bailarinas de ropa apretadita, estos candidatos decidieron mantenerse al margen del debate sobre la pertinencia política de semejantes espectáculos