Chile: el rostro del futuro
Paradójicamente, en apariencia, el rostro del futuro político de Chile tiene dos caras ya conocidas: aquellas de los expresidentes Ricardo Lagos y Sebastián Piñera. Hace dos semanas Lagos hizo pública su decisión de entrar en la elección presidencial del próximo año. Piñera por su parte, aunque acaba de declarar en su visita a Colombia que tomará su decisión recién en marzo del próximo año, aparece ya como el candidato más fuerte de la oposición. La pregunta obvia es si estas candidaturas responden al continuismo iniciado por los gobiernos de la Concertación y de la oposición desde el retorno a la democracia en Chile; por tanto, una vuelta al pasado.
Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales de Santiago, escribía hace poco en su columna de diario El Mercurio de Santiago, que era todo lo contrario y que quien más estaba hipotecada con el pasado era la actual presidenta Michelle Bachelet.
En su segundo período, la actual presidenta asumió que el proyecto modernizador de la Concertación había llegado a su fin. En consecuencia se imponía un nuevo ciclo en la política y en sus reformas. Los chilenos, de acuerdo a este razonamiento, ya estarían insatisfechos del modelo implementado por la Concertación y querrían cambios radicales. Cambios radicales entiéndase hacia izquierda, a tono con los sucedidos en otros países de América Latina, como por ejemplo, la educación superior. De ahí la insatisfacción reinante y la subida de tono de las demandas públicas que a más de algún analista le han parecido insólitas si se miran en el espejo calmo de los años noventa del siglo pasado y primeros del presente siglo.
Para Peña, en cambio, las candidaturas de Lagos y de Piñera parten de que las demandas ciudadanas actuales, con todo y su sabor de reclamo fuerte y hasta desesperanzado, “no son el signo de una ruptura, sino la constatación de un éxito”. Precisamente, la transformación de las condiciones materiales de los chilenos gracias al proceso de modernización capitalista reclaman, no el fin de ese proyecto sino la realización de los ideales que proclama.
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