Cerrar el circulo: UE invita a Ecuador adoptar la Economia Circular

Si de algo nos hemos dado cuenta en los últimos 50 años, es que nuestro planeta, es decir los recursos naturales que ofrece, tiene límites. Combinado con el fenómeno del calentamiento global y las tendencias demográficas, varios esfuerzos han surgido en la búsqueda de una manera de garantizar un futuro para las siguientes generaciones. Por ejemplo, la lucha contra el cambio climático ha podido reunir casi a todos los países del mundo en el famoso Acuerdo de París, en el marco del cual, cada país signatario se ha comprometido a tomar medidas que reduzcan las emisiones de carbono, terminen con la deforestación o que promuevan el cambio en sus matrices energéticas. Nadie puede negar ya que todas estas acciones son importantes, urgentes y quizás... no suficientes. En el marco de la responsabilidad que nos compete, y en la necesidad de seguir adelante también en términos económicos, se está introduciendo, gradualmente, un nuevo concepto. Se trata de la Economía Circular, es decir dejar una Economía Lineal, en donde la materia prima luego de convertirse en un bien elaborado se vuelve un residuo que no se reutiliza ni se recicla; hacia una economía en la cual se dé paso a un círculo en el que la materia prima tenga una vida más larga, la más larga que sea posible. La idea no es tan novedosa; varios de los aspectos de la Economía Circular ya están siendo aplicados desde hace mucho tiempo. Se trata más bien de un ‘putting the dots together’ (unir los puntos).

Es importante señalar que la adopción del concepto de Economía Circular plantea un cambio de paradigma: para el productor, porque tiene un impacto sobre sus maneras de producir, inter-alia, empezando a considerar a los residuos como recursos; y en el consumidor, porque involucra su manera de consumir y sus hábitos al deshacerse de sus residuos. Esto además generará una nueva industria de gestión, re-uso y/o reciclaje. En Europa hemos podido ver una multitud de acciones y de actores que contribuyen, a su manera, en este cambio de paradigma. Tenemos, por ejemplo, a ciudadanos que ya no compran más autos pero los alquilan por el tiempo que los necesitan. Restaurantes y supermercados que no botan lo que sobra al final del día sino que lo ofrecen a precios más económicos. Viviendas que se alquilan cuando sus propietarios se van de vacaciones, equipos de uso no frecuente que se prestan, ropa de segunda mano, aplicaciones que ayudan ahorrar energía, bolsas de tela reutilizables que remplazan a las bolsas de plástico en los supermercados... La importancia que se otorga en la Unión Europea a la Economía Circular se refleja no solamente en estas iniciativas de ciudadanos o empresarios, sino en nuestras políticas internas y en nuestra política exterior. Por ello ha sido una gran satisfacción constatar el interés de Ecuador en este concepto. Una prueba de ello fue la gran acogida que tuvo el I Seminario Internacional de Economía Circular que apoyamos en Quito, gracias a una estrecha cooperación con el Ministerio de Ambiente, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior Inversiones y Pesca, la Fundación ACRA, la Asociación Ecuatoriana de Municipalidades (AME) y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. De este primer encuentro en que participaron académicos, industriales, estudiantes, funcionarios públicos, autoridades locales y nacionales, comunicadores y consumidores se obtuvo un Libro Blanco que servirá como base para la construcción de una política pública sobre este tema. Además se conformará una red de expertos que, desde una visión multidisciplinaria, aportará técnicamente en iniciativas de Economía Circular relacionadas con la producción, el consumo y la gestión de residuos sólidos. Con estos primeros pasos, esperamos que la política se transforme en una política de Estado, que tome a la Economía Circular como una oportunidad que permita responder a los desafíos del crecimiento económico y productivo (plazas de empleo, atracción de inversiones e innovación industrial), ofreciendo al mismo tiempo un impacto positivo para la conservación de nuestro planeta.