Centenario del Centenario

La presión demográfica que vivió Guayaquil a inicios del siglo XX impulsó la ampliación del límite urbano hacia el sur, más allá de la actual calle El Oro. Así, hace cien años, en 1919, se conformó la Empresa del Barrio del Centenario, para el desarrollo de la primera urbanización planificada del siglo XX, destinada, según su reglamento interno, a “guayaquileños de alcurnia”.

La iniciativa surgió por parte de Rafael Guerrero Martínez y Juan Xavier Aguirre Oramas, quienes recibieron la concesión del Concejo Municipal para lotizarlo “con ochenta viviendas tipo chalet, con antejardín, desarrolladas en dieciséis manzanas, destinadas a familias adineradas de la ciudad”. Dos años más tarde, se publicaba el listado de los 88 propietarios de los 121 solares en los que se había dividido la lotización. En 1922 se publicaba otro anuncio ofertando 25 solares, además de una villa modelo de 106 metros cuadros de construcción en hormigón armado, diseñada por el ingeniero Giancarlo Bonarda.

A pesar de las ofertas que realizaba la empresa, tanto en la venta de solares como en las casas, eran pocos los propietarios que se animaban a construir y trasladarse a vivir al naciente barrio, ya que se consideraba que quedaba muy distante del centro de la ciudad.

El impulso al desarrollo del barrio se dio en la década de 1930, con la asociación entre Eduardo López Proaño y el arquitecto Francesco Maccaferri, quien aportó con su talento a la constitución de su arquitectura, además de otros, como Héctor Martínez Torres, Pedro y Héctor Manrique Acevedo, Marcos Martínez Salazar, Pedro Boloña Rodríguez, Juan José Orrantia, Juan Orús, Karl Kohn, entre otros.

A pesar de su historia y trascendencia y de sus indudables valores arquitectónicos y urbanos, el Centenario no ha sido incluido aún en las declaratorias nacionales de reconocimiento patrimonial. Al estar próximos a la celebración del bicentenario de la independencia de la ciudad se deberían emprender acciones emergentes para su conservación y protección, antes de que siga deteriorándose y destruyéndose.