Ceremonia. El rey emérito de España, Juan Carlos I, saluda junto al presidente de Panamá, Juan Carlos Varela.

La cena del Canal: 317.000 euros, 400 langostas y el caviar

El rey Juan Carlos, un gran amante de la gastronomía (sobre todo la que se cocina en restaurantes con estrellas Michelin), se tuvo que sentir en su salsa el domingo pasado en Panamá.

El rey Juan Carlos, un gran amante de la gastronomía (sobre todo la que se cocina en restaurantes con estrellas Michelin), se tuvo que sentir en su salsa el domingo pasado en Panamá.

El padre de Felipe VI asistió en representación de España a la inauguración de la ampliación del Canal, que se conmemoró con una gran fiesta cuyo “plato fuerte” fue la exquisita cena que el mandatario panameño, Juan Carlos Varela, obsequió en exclusiva a los jefes de las 62 delegaciones asistentes, entre ellos 11 jefes de Estado, de Gobierno y de casas reinantes, en la que el monarca emérito fue uno de los invitados “estrella”.

El marco elegido fue una enorme carpa refrigerada que se montó a orillas del propio canal, en la esclusa de Cocolí, y solo para este ágape, según la agencia Ep/mundo, el Gobierno destinó 352.000 de los cuatro millones de dólares que costó el total de las celebraciones, por lo que la prensa panameña la ha bautizado como “la cena de los faraones”. Su dress code era la “camisilla”, etiqueta tradicional de Panamá, que consiste en una camisa blanca de mangas holgadas, cuello cerrado, botones y bolsillos combinada con un pantalón negro, todo ello de tejido muy ligero acorde con el clima tropical de la zona.

El menú, de inspiración afropanameña en memoria de los esclavos africanos que construyeron el primer canal el siglo pasado, estuvo a cargo de la chef Cuquita Arias de Calvo, apoyada por 135 cocineros y camareros encargados de servirlo y que estuvieron en pie desde las siete de la mañana. En su elaboración, tal como ha detallado la propia restauradora a la revista Ellas, se emplearon nada menos que 400 langostas recién salidas del mar el día anterior. Como entrante se sirvió una mousse de maíz nuevo y mojo criollo con caviar, crujiente de porcini y acelgas tiernas. El primer plato consistió en colitas de langosta regadas por salsa San Blas con emulsión tibia de hierbas aromáticas, puré de pixbae y aceite de achiote, y el segundo, en corvina fresca del Pacífico con bearnesa de aguacate, arañitas de plátano, arroz con coco cremoso y hortaliza de Boquete. Como broche, un delicioso postre compuesto por lingotes de chocolate bocatoreño, merengue gratinado y flan de gueicha, espolvoreado por trufas y granos de café.

La pantagruélica cena, que comenzó a las 18:30 y se prolongó hasta cerca las 22:00, seguramente despertó la envidia de los integrantes de las delegaciones asistentes de menor rango, a los que se despachó con un simple coctel. Y sobre todo de los panameños que habían ganado su invitación al evento en el sorteo que se celebró, a los que se distribuyó un perrito caliente con una bolsa de papas por un precio de cinco dólares.