Casualidad o Causalidad

Con precisión de bisturí en manos de experto cirujano, se ha ido diseñando el escenario para hacer muy difícil el marco en el que debe existir y crecer la educación particular en nuestro país.

Complicada cada vez más en el ejercicio burocrático, presionada por plazos y términos implacables, mutilada en su capacidad de oferta diferente de educar, y constreñida a seguir a rajatabla un camino único al que se la quiere forzar, subsiste con gran dificultad, y sin que muchos se den cuenta, la educación privada nacional.

Ahogada económicamente por el incremento exacerbado de sus costos, forzada a sostener sueldos competitivos para mantener buenos docentes, golpeada por la crisis de la familia y agredida por las continuas proclamas públicas que invitan al padre de familia al no pago y a incumplir con aquello que asumió al firmar un contrato, tambalea y acaso naufraga, esa opción educativa que por otro lado resulta ser la única diferente para educarse con calidad y con atención a la espiritualidad y a las otras demandas de la inteligencia del niño y el joven contemporáneos.

Una amarga sonrisa, casi mueca, se dibuja en el rostro al escuchar las soluciones de bingo o kermés para sostener al María Auxiliadora de Guayaquil. El problema no se cura con paliativos, pues es de fondo, de altas estrategias de política embozada.

Del millón y medio de estudiantes de la educación particular, tan solo quedan alrededor de novecientos mil, es decir, un 40 % menos, absolutamente invisibilizado, porque se comenzó por la periferia, por la escuela de barrio, por el colegio pequeño.

La competencia fue implacable. Se sedujo con cánticos de sirena, se ofrecieron libros gratis, que por cierto no se han entregado en la sierra; se ofreció desayuno, almuerzo y uniforme gratuito, todo esto para atraer a los más necesitados y para tapar y esconder los riesgos de la violencia, las adicciones, el sexo precoz y el embarazo juvenil que florecen en los establecimientos públicos.

Se compitió sin equidad, buscando, como se dijo, reducir hasta el 10 % del estudiantado nacional, en la educación privada.

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