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Cartas presidenciales: presupuesto

Cartas presidenciales: presupuesto

El presupuesto de su gobierno es genéticamente idéntico a los de Correa. Es mañoso en su concepción y metodología, no contempla reducción alguna en el tamaño del Estado, sube el gasto de consumo, baja la inversión, y requiere igual o mayor financiamiento que el del año en curso.

Se presenta un cuadro de estabilización fiscal inexistente. Se manipulan las cifras del tamaño de la economía para mostrar una supuesta reducción del tamaño del sector público no financiero. Hay proyecciones de crecimiento económico cuya metodología se desconoce. Peor aún, las proyecciones que se han hecho han demostrado una falta de rigurosidad alarmante, como lo evidencia el hecho de que su proforma del ejercicio actual preveía un crecimiento cercano al 3% con un precio de petróleo de $ 41 y el resultado ha sido un crecimiento fraccional o nulo, ¡con un precio promedio de petróleo de alrededor de $ 60!

Y hablando de precio del petróleo, el precio referencial del crudo en $ 58 (sin decimales) no es nada más que una “variable de control” para cuadrar cuentas chuecas. El crudo ronda ahora mismo esa cifra y siempre hay el riesgo de una caída en un mercado caracterizado por su alta volatilidad. Entérese Ud. en todo caso que, con la estructura de gasto vigente ¡su presupuesto necesitaría que el barril de petróleo se cotice en $ 108 para que haya equilibrio en las cuentas!

No coma cuento de quienes le proponen trenes de fantasía, $ 50.000 millones de inversión, o billonarias concesiones. Antes de pensar en el tren, transite por la carretera más económicamente importante del Ecuador (Guayaquil - Machala) y esa experiencia le revelará el verdadero significado de la palabra prelación en economía y mal gobierno en política. Los $ 50.000 millones de inversiones son cifras fantasiosas en la medida que Ud. mantiene un absurdo régimen tributario que su equipo financiero (pues de económico poco o nada tiene) no está dispuesto a variar.

Los $ 1.000 millones de ingresos por concesiones son otro espejismo. Respecto de estas no se sabe nada, y quedarán devaluadas el momento en que, de acuerdo a lo expresado por su ministro asesor, el Estado pretenda el 25 % de las utilidades más los impuestos, más el 15 % de los trabajadores. Si las negocia le exigirán los privilegios de contar con mercados cartelizados o monopólicos, consagrando así las prebendas del proteccionismo, incluyendo la mala calidad del servicio con las altas tarifas, y la afectación de los consumidores a quienes todo gobierno está llamado a servir. Sus EP son un desastre económico y financiero, desmantele aquello que no puede salvar. ¿Piensa acaso que no hay costo social en sostener entes inservibles?

El servicio de la deuda demanda seis puntos del IVA. El modelo de negocio de los combustibles le impondrá una tara fiscal de $ 1.500 millones. Hará más “repos” de dudosa legalidad y oprobiosa y riesgosa operatividad financiera, entregando garantías por 2,5 veces el tamaño de la deuda. Entretanto sus legiones de burócratas y gasto corriente se llevarán la totalidad de los impuestos que los contribuyentes deben pagar para sostener el Estado disfuncional del SSXXI.

Si hubiese la capacidad de análisis en el Legislativo, su presupuesto no debería ser aprobado.