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El campo gano a la ciudad

El mapa electoral que refleja la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos es el espejo de dos países: el EE. UU. de las dos costas teñidas de azul demócrata y el interior de un intenso rojo republicano.

Ecos. Electores el martes, durante su sufragio en el cobertizo de una granja en el condado de Story, en Iowa.

El mapa electoral que refleja la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos es el espejo de dos países: el EE. UU. de las dos costas teñidas de azul demócrata y el interior de un intenso rojo republicano. Y ese rojo llega como un brochazo hacia la derecha, con más partes del país inclinadas hacia el Partido Republicano que hace cuatro años. No hay una sola razón que explique el sólido logro de Trump. Las respuestas se sustentan en una enrevesada línea que pasa por el nivel educativo de los votantes, sus ingresos, su género, su raza y el lugar del país donde viven.

Cuando el Partido Republicano inició en 2010 una campaña para aprobar leyes que reducían las facilidades para registrarse para votar, los demócratas, incluido el presidente Barack Obama, alertaron de que se trataba de una estrategia para impedir la participación electoral de votantes afroamericanos e hispanos, tradicionalmente demócratas. La oleada de medidas culminó con una sentencia el año pasado del Tribunal Supremo, por lo que las de 2016 fueron las primeras elecciones en varias décadas en las que el voto de las minorías no está protegido bajo la ley federal, lo que pudo impactar directamente en su participación.

La geografía puede ser el factor que mejor supo interpretar el republicano. Contados los más de 125 millones de votos emitidos, el desglose apunta a que la sorpresa del resultado se escondía en el lugar de residencia de los electores.

Estados Unidos despertó el miércoles ante la confirmación de que el interior del país no vota -porque quizá tampoco vive- igual que las dos costas y que en el campo tampoco eligen como en la ciudad. Es el resultado que aparece al mirar con lupa estados como Iowa: rojo rural y conservador y azul en tres rincones, tres condados que albergan tres grandes universidades y que se decantaron por la aspirante demócrata. Clinton lideró y ganó en las grandes ciudades del país, pero Trump se anotó los suburbios. El republicano no venció en ninguna localidad de más de un millón de habitantes. El resultado en la América rural y la de las ciudades más pequeñas es un lienzo rojo agujereado por un puñado de victorias de Clinton en la costa este y la frontera con México.

Pero también se escondía en la demografía. Él obtuvo sus mayores sumas de votos en los condados donde más del 75 % de la población blanca carece de un título universitario, especialmente en el medio oeste, donde son mayoría. Trump será presidente gracias a su dominio allí donde la población blanca es superior a la media nacional y en todos los estados del sur y que hacen frontera con México, a excepción de California, donde las minorías raciales ya superan a los blancos.

El resultado es el mismo si se separa a los votantes según su nivel de ingresos. Un magnate ha ganado las elecciones después de convencer a millones de votantes de clase trabajadora que es quien mejor representa sus intereses. La crisis económica y, en especial la destrucción de puestos de trabajo en el cinturón industrial del país, apuntaba a que sus propuestas tendrían eco allí donde las medidas de Obama no lograron apuntalar la recuperación, pero los perfiles de los votantes dibujan un retrato distinto.

Todos los grupos de votantes según ingresos se acercaron al Partido Republicano, excepto los que ganan más de $ 100.000 anuales, que viraron hacia los demócratas, pero no lo suficiente como para inclinar la balanza. 2016 será recordado como el año en el que uno de cada cinco votantes más pobres, con salarios inferiores a los $ 30.000 anuales, abandonaron a los demócratas, según datos de Edison Research.

Y el mismo candidato misógino que escandalizó a su propio partido con un lenguaje sexista sobre las mujeres apenas perdió apoyos entre este sector del electorado. Las minorías tampoco ayudaron lo suficiente a Clinton. Los afros, hispanos y asiáticos la apoyaron, pero en número de votos quedaron muy lejos de Obama hace solo cuatro años y cerraron a la aspirante demócrata las puertas de la Casa Blanca.