El festejo. Autoridades, profesores, estudiantes y trabajadores de la Universidad de Guayaquil celebraron el ascenso a la categoría B.

El camino a la categoria A

Apenas conseguido el objetivo de obtener la acreditación y de haber subido de la categoría D a la B, las autoridades, maestros y estudiantes de la Universidad de Guayaquil ya se plantean la nueva meta: la categoría A.

Apenas conseguido el objetivo de obtener la acreditación y de haber subido de la categoría D a la B, las autoridades, maestros y estudiantes de la Universidad de Guayaquil ya se plantean la nueva meta: la categoría A.

Según el informe preliminar de la evaluación institucional, la universidad más poblada del país fue acreditada por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces). El informe con el resultado final se difundirá oficialmente a fines de año.

Para la Universidad de Guayaquil, es un acontecimiento histórico. “Tras 25 años de oscurantismo, esta institución recupera su calidad académica y los fines para los que fue creada: servir y contribuir a la sociedad con profesionales comprometidos con su país. Ahora la meta es llegar a la categoría A al 2018”, anunció René Ramírez, el martes pasado, cuando aún presidía el Consejo de Educación Superior (CES).

El camino está fijado, dice Jaime Medina, presidente de la Comisión Interventora, entidad que estará en la institución hasta el 7 de noviembre.

Dice que quedan delineados planes de corto y largo plazo, así como anuales para avanzar en pertinencia académica, mejoras en infraestructura y aumento de investigación.

Parte de la receta es mantener y profundizar las acciones y políticas que permitieron obtener la categoría B.

“La universidad debe seguir aumentando el número de docentes a tiempo completo y de cuarto nivel, mejorar aulas y laboratorios y comprometer a cada facultad a su acreditación. En Medicina, Odontología y Jurisprudencia debemos apuntalar la investigación”, anota.

También, seguir con los concursos de méritos y oposición e invertir el 6 % del presupuesto en ciencia y tecnología.

¿Hay los recursos suficientes para hacerlo?. “Aumentar de categoría significa que podemos recibir más recursos el próximo año, lo que permitirá seguir alcanzando los objetivos propuestos”, prevé Medina.

Este año, en cambio, hubo una reducción del presupuesto.

Pero así como tienen definidos los pasos hacia la meta también tienen claro lo que deben evitar para no volver a vivir los problemas que originaron su intervención en 2013.

El rector encargado, Galo Salcedo, dice “no debemos dar un paso atrás. Debemos mantener esa excelencia”.

La universidad cuenta con nuevos reglamentos y el 28 de octubre elegirá autoridades titulares. “Estas, junto a la comunidad, deberán sentar un compromiso para que se pueda mantener el principio de autonomía y para que no se violen los principios establecidos en sus estatutos”, acota Salcedo.

Lobelia Cisneros, interventora académica, asegura que el rediseño de las carreras está en proceso de concluir; pero el control y la regularización de la oferta académica está totalmente concluida. “Nos queda por hacer, hasta culminar la intervención, un análisis de la organización de las facultades. Pero hemos generado la estructura, reglamentación y el plan para que las nuevas autoridades asuman el proceso”.

Andrés Santos, dirigente estudiantil, señala que la universidad no debe volver a practicar el divisionismo. “Por ello, estaremos cooperando con las autoridades que estén a favor de los cambios”, explica.