Cambios en politica exterior

Dentro de la política exterior del país se han registrado cambios de enorme importancia en las últimas dos semanas. Lo más seguro es que son el resultado de reflexiones, análisis y trabajos en equipo de sectores del Gobierno, liderados por el presidente Lenín Moreno.

Es de lo más gratificante para el país y para Sudamérica, que Ecuador vuelva a la racionalidad que impone el ejercicio de la democracia, y deje atrás a las bandas que por ineptitud de sus élites han asolado los países y creado confusión de sus mayorías, quienes creyeron encontrar en las promesas y “shows” mediáticos de los representantes de la denominada nueva izquierda, salidas a corto plazo para la desigualdad, la falta de justicia y el atropello de los derechos humanos.

El presidente Moreno y el canciller de la República han expresado con dignidad y conocimiento de las relaciones internacionales la posición del país frente a las intromisiones de los socios, los que todavía sobreviven del socialismo del siglo XXI, que han criticado a la justicia ecuatoriana y entonado la sempiterna cantaleta de la intromisión de los EE. UU. en el proceso que se sigue contra el expresidente anterior.

No se trata solo de pragmatismo, como a veces se quiere explicar este justo rechazo del Gobierno ecuatoriano, sino de una conciencia de dignidad.

La política, y la política exterior por supuesto, están libradas a la eterna lucha de los principios y el azar, sin embargo, para asumir el realismo o el pragmatismo hace falta tener una valoración del país, de sus ciudadanos, del propio gobierno. Es lo que Hegel llamaba “ponerse a sí mismo como valioso”, premisa básica sin la cual no existe conciencia de sí mismo.

El país no puede estar a la zaga de sus vecinos ni conformarse con ser un segundón o un aplaudidor de las políticas suicidas de gobiernos como el de Venezuela, que han destruido la vida de millones de sus compatriotas, que deambulan desamparados en todos los países.

Hay que reconocer esta autoconciencia del presidente y del Gobierno nacional, y aplaudir los cambios en la política exterior del país.