Cambios en el gobierno de Arabia Saudita

Años atrás había que leer “Las mil y una noches” para conocer algo de esos países situados en el Medio Oriente, dominados por el desierto y gobernados por familias dueñas y propietarias de esas tierras, donde no existía ningún tipo de libertad y las mujeres eran objeto solo de reproducción, encerradas en harem y sin ningún tipo de derechos.

Hoy, por los avances de los medios de comunicación, la riqueza petrolera, el turismo y el poder adquirido con su moderno armamento han logrado un poder enorme, mas se pelean entre ellos debido a que los países que han surgido practican la religión musulmana, pero divididos entre grupos sunitas y chiitas.

Arabia Saudita. En cuanto a Arabia Saudita, es el país soberano más grande de Asia Occidental ubicado en la península arábiga, cuya forma de gobierno es la monarquía absoluta. Posee 2’149.690 km2 de superficie, cuenta con una población de más de 29 millones de habitantes y se ha convertido en una de las veinte economías más grandes del planeta. Es también denominada “la tierra de las mezquitas sagradas”, en referencia a la Gran Mezquita en La Meca y la Mezquita del Profeta en Medina, los dos lugares más sagrados del islam.

El estado saudí moderno comenzó en 1932 y el gobierno ha sido una monarquía absoluta y una teocracia desde sus comienzos, basada en una aplicación extremista de los principios del islam. Hoy en día representa una de las últimas seis monarquías absolutas del mundo. Se descubrió petróleo en 1938, convirtiendo a Arabia Saudita en uno de los mayores productores y exportadores del mundo, con unas reservas probadas solo superadas por las de Venezuela. La mayor parte de los derechos humanos y libertades fundamentales están prohibidos o seriamente restringidos en el país. Recién se permite que las mujeres puedan conducir vehículos. El derecho al sufragio femenino no se reconoció hasta el año 2011. En el plano internacional, a pesar de ser un país donde el islam se aplica rigurosamente, mantiene relaciones tensas con otros países musulmanes tales como Siria o Irán, entre otros. Además, la monarquía saudí es un aliado vital tanto militar como petrolero de la Unión Europea, Japón y, especialmente, Estados Unidos. En enero de 2016 rompió sus relaciones diplomáticas con Irán, acción que pone en peligro la estabilidad de la región.

Se acaba de designar al príncipe, Mohammed bin Salman, como heredero, quien parece dispuesto a romper muchas tradiciones para remodelar en profundidad la monarquía saudita. A sus 32 años, el ambicioso Mohammed es -sin duda- el hombre fuerte del régimen. Hijo favorito del veterano y enfermo rey Salman, acumula los cargos de ministro de Defensa, vice primer ministro y presidente del Consejo Económico para el Desarrollo.

Una de sus primeras medidas fue el arresto de más de 200 personas, incluidos 11 príncipes y varios ministros y prominentes hombres de negocios, en el marco de una campaña contra la corrupción. Muchos están detenidos en un lujoso hotel cinco estrellas de Riad. La familia real estaba formada por 5.000 príncipes que llevaban una vida opulenta a costillas del Estado.

De acuerdo con las primeras investigaciones, se estima que el valor de los fondos públicos malversados puede alcanzar 90.000 millones de dólares.

Con Trump. Su propuesta no solo aspira a recabar el apoyo interno, sino también internacional. Y, más concretamente, el del jefe de la Casa Blanca. Pues el nuevo monarca tiene una política exterior prooccidental y antiiraní. Además, apoya a Donald Trump, con su ruptura del pacto nuclear con Irán y está en línea con la política de Riad hacia el régimen de los ayatolas. Mohammed es el cerebro detrás de la guerra en Yemen y del bloqueo a Catar.

Los dos grandes rivales de la región, que se exhiben como líderes legítimos y defensores exclusivos de las ramas sunitas (Arabia Saudita) y chiita (Irán) del islam, venían intercambiando duras acusaciones sobre Yemen. Desde marzo de 2015, Arabia Saudita lidera una coalición armada de países árabes que respalda a las fuerzas sunitas del gobierno en su guerra contra los hutíes chiitas y sus aliados.

Ante una posible guerra entre Irán y Arabia Saudita, un nuevo capítulo de los problemas que vive el mundo, parecería que el terremoto que acaba de afectar a Irán suspenderá, por lo pronto, ese enfrentamiento.