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En busca de la equidad

Los fines de año propician en los medios de comunicación colectiva balances del período que termina, en lo nacional y en lo mundial, y los buenos propósitos a cumplir en el que empieza. Poco se revisa en cambio cuánto de lo propuesto se logró o no y por qué así ocurrió.

Conviene por tanto mirar, con la óptica del exvicepresidente Al Gore, cuánto de lo previsto como conflictos que preocupaban el 2015, ha quedado, o no, resuelto dos años después.

La profundizada inequidad que entonces alarmaba, se perpetúa. Ahora se sabe que el 1 % de la población maneja el 25 % de la riqueza de los Estados Unidos y que la inequidad está en los niveles de 1928. A consecuencia de ello, entre otros efectos negativos, los más pobres tendrán entre 5 o hasta 13 años menos de esperanza de vida al nacer. Y con seguridad, pese al potencial crecimiento de la economía no se generará el empleo que se requiere para sacar amplios sectores poblacionales (los jóvenes) de una crisis crónica.

Continúa por otra parte una notable falta de liderazgo de calidad, que mantiene altos niveles de inseguridad, mientras la denominada competencia geoestratégica sigue en visible aumento con situaciones como la de Corea del Norte o la reelección del presidente ruso, en el marco de un creciente debilitamiento de la democracia representativa y el ascenso de las organizaciones terroristas.

Con ese marco en lo político y económico se llega al 2018 con un planeta contaminado de manera cada vez más inquietante, dadas las múltiples manifestaciones del cambio climático, el llamado estrés hídrico y el crecimiento de la contaminación entre las poblaciones más pobres.

Así, en medio de un nacionalismo creciente, con su presupuesto disminuido, resulta irreal que la ONU pueda cumplir con su cometido de lograr el mantenimiento de la paz mundial, salvo que el año que comienza mañana se inicie con un esfuerzo universal por conseguirlo, que vaya más allá de la ONU e involucre a los habitantes de la tierra como un conjunto. Mientras tanto, mantener la salud de la población, dada la sofisticación tecnológica de los medios terapéuticos y su consiguiente encarecimiento, requerirá de una especial atención a la relación salud-economía.

En síntesis, el año que comienza mañana necesita una acción sostenida de todos y cada uno de los ciudadanos.