Buena suerte

Debe haber un montón de buenas intenciones y espero no equivocarme con ello. Pues así leo la aceptación, designación y posesión del nuevo vicepresidente de la República; dicho de otra manera, percibo que por un momento las distancias ideológicas nacionales se detuvieron en el tiempo y, que todos claudicaron ante la necesidad de un acuerdo mínimo que nos proporcione un vicepresidente decente. Decencia es lo que proyecta Otto Sonnenholzner, también juventud e intenciones de servir al país en un momento político poco sólido y por ello el reconocimiento a que haya aceptado tal compromiso.

Sin perjuicio de la fuerza con la que te aspira el poder, este joven inicia su paso por la política con la urgente necesidad de demostrar que decir la verdad, oponerse a lo corrupto y no guardar silencio cuando se requiere denunciar, es hacer del Ecuador un buen país para vivir. Lo deberá hacer por sus hijos, por los nuestros y por su nombre en la historia. Mis mejores deseos para que cumpla. Ya sabemos que si a él le va bien en sus propósitos, a nosotros también.

Al presidente Moreno también le toca ser más exigente con sus posturas políticas, es decir, si lo puso en primer lugar de su terna, pues que sea prioritario la defensa que necesitará de las envidias que sobran abundantemente en Carondelet. Los ministros, de ser necesario, tendrán que compartir sus experiencias en gestión pública para que renazca la esperanza de que desde el gobierno, se trabaja en equipo.

Finalmente, la prensa y la sociedad, sobre lo cual tenemos la responsabilidad de ser agudos y cuestionadores con el manejo de la cosa pública, pero en el entendido de los derechos humanos, de ser informados y de ser gobernados con propósitos transparentes.

Espero que se rodee de gente joven, con ideas frescas y corazón libre de resentimientos y venganzas. Deseo que le vaya bien y que no se olvide de cuidarse porque por su puesto hay gente capaz de todo, incluso de amenazar la vida. ¡Buena suerte y suficiente luz en su gestión, señor Sonnenholzner!