Un buen alcalde representa mucho para una sociedad y su futuro

Esta es una ciudad llena de necesidades que desea abrirse camino dentro de un marco serio y seguro para terminar con el sufrimiento, para derrotar la frustración y para alcanzar bases sólidas que le permitan mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Es así, que no basta una candidatura para satisfacer una vanidad personal, ni un apetito clientelista de un partido o movimiento político, sino que una aspiración debe estar rodeada de un contenido cierto y tangible de lo que puede ser un instrumento de transformación social, con honestidad, con empuje, con conocimiento, con sentimiento de lucha para alcanzar grandes ideales.

Un buen alcalde representa mucho para una sociedad y para su futuro, para sus expectativas de crecimiento, para su seguridad colectiva. Un mal alcalde significa atraso, frustración, aplazamiento de las soluciones a las grandes necesidades y un sentimiento de derrota colectiva que termina aplastando al ciudadano. Quien aspira a ser líder de esta ciudad debe estar rodeado de conocimiento, de criterio y de un enorme deseo por alcanzar metas ambiciosas, a construir escenarios de transformación, en donde la comunidad se sienta identificada y motivada para grandes cambios. ¡Que este escenario que se aproxima sea el de derrotar la apatía al igual que la desesperanza de los más débiles!

Eco. Mario Vargas Ochoa