Beisbol porteno emigra a Manabi
Una de las peores noticias que dejó el mes de febrero fue la muerte lamentable de unos 150.000 pingüinos que quedaron sin su hábitat en la Antártida, pues al desprenderse una enorme capa de hielo donde fabricaban sus nidos y ponían sus huevos, las crías con sus padres sucumbieron inevitablemente. Este es un ejemplo que le cae bien al béisbol porteño.
Resulta que tanto los padres de los chicos como los entrenadores que cultivan esta disciplina en diferentes escenarios de la urbe porteña evitaron tener la “suerte” de los pingüinos y se vieron en la urgente necesidad de emigrar hacia otra región del país porque, al parecer, Fedeguayas no tiene dinero para poder solventar a los clubes en la organización de los torneos infantiles.
La medida pensada y meditada por mucho tiempo, fue aprobada por una mayoría empeñada en que no desaparezca esta disciplina tan popular entre guayaquileños.
Ellos manifiestan que como el sol nunca apareció después de la lluvia, nadie pudo hacerlos cambiar de idea. Felizmente, en el béisbol porteño existen personas que sorprenden por la coherencia de sus procedimientos, pues ahora nuestros niños no solo que están disfrutando de sus triunfos y calidad de juego, sino que han puesto mucho empeño en lograr que la familia de la pelota chica se haga más grande y fuerte.
Los clubes guayaquileños que se presentaron a dirimir superioridad en el diamante ‘La California’, de Portoviejo fueron: Oriente, Orioles y Fatty, contra las novenas de Roque Macías y Federación Deportiva de Manabí.
Esperamos que este brillante torneo, que se organizó en las categorías 9-10, 11-12, 13-14 y 15-16 años, se repita cuantas veces sea necesario, y así lograr el bienestar de nuestros menores. La pelota chica ecuatoriana ha recorrido diferentes escenarios de Sudamérica, logrando triunfos que enaltecen a sus hombres y al deporte en general.