Barbara Fernandes se ha ganado su espacio por merito propio
La hija de Marián Sabaté será la villana de la nueva telenovela de Ecuavisa
Bárbara Fernandes habla tanto o más que su popular madre. A sus 27 años y con una carrera como actriz ya no quiere ser solo la hija de la rubia presentadora Marián Sabaté, porque considera que se ha ganado un nombre por mérito propio. Regresó de Madrid, España, donde estudió cine durante un año. Ahora es parte de la nueva producción de Ecuavisa, a la que llaman la telenovela de la selección ecuatoriana o ¡Sí se puede! en la que se revivirá la primera clasificación del país a un Mundial de Fútbol. Un hecho ocurrido en 2001. Ahora luce el cabello largo y pelirrojo.
Apenas llegó del Viejo Continente consiguió trabajo...
A la semana de mi regreso de Europa me contactaron para esta producción, protagonizada por Eduardo Maruri y Alejandra Jaramillo. Peky Andino, Nadine Muñoz y Henry Gaspar son los directores y el encargado de los casting es Jaime Tamariz, con quien hemos hecho talleres. Fui con la seguridad de que iba a conseguir el papel. Estoy feliz porque interpretaré un personaje totalmente diferente a mí que me saca de mi zona de confort. Seré Marucha, la antagonista, un reto porque es más difícil construirlo. Las razones que la mueven a ella jamás moverían a Bárbara y su contexto social también es distinto. El dramatizado girará en torno a la selección ecuatoriana de fútbol y del sentimiento de que sí se puede. Creo que grabaremos hasta febrero del 2020.
Antes no era tan extrovertida...
(Risas) Cada vez lo soy más y sin filtro. Digo lo que pienso y siento, soy tajante y directa. He aprendido de mi mamá que más moscas se cazan con miel que con hiel y a tomarme todo con una sonrisa y ver el lado positivo de cada situación. Cuido mis palabras y mi vida personal, mientras ella (Marián) es un libro abierto. No es mi esencia, pero respeto.
Siempre se creyó que por lo expuesta que ha estado su mamá y de alguna manera también sus hijos, usted se dedicaría a un oficio que la mantuviera alejada de las cámaras...
Siempre sentí atracción por el arte. Me alejé porque no me gustaba el nivel de exposición que acarreaba y pensé que así nadie se iba a meter en mi vida; luego me di cuenta que la gente continuará hablando con o sin motivo. Desde pequeña me sentí expuesta y con mucha presión. Me generó un problema emocional muy grande que a una niña se le acercaran a preguntarle de todo, sentí que una parte íntima estaba siendo vulnerada por ciertos reporteros, otros eran cariñosos y respetuosos.
¿Cómo lo superó?
Hice un viaje interior y entendí que ese es el trabajo de ustedes, que los medios de comunicación siempre van a existir y que nos ayudan en nuestro trabajo. Además que expondré mi vida privada hasta donde yo quiera. Antes sentía recelo, pensaba que cualquier cosa que dijera la iban a usar en mi contra o en la de mi madre.
Durante su permanencia en España seguramente vivió muchas experiencias...
Mi viaje tenía un solo propósito, estudiar en el Instituto de cine de Madrid. Aprendí de todo. Lastimosamente hice mal las cuentas y con Michy (Zelaya), mi esposo, nos íbamos a quedar sin plata. Él no tiene la nacionalidad y no podía trabajar. Así que decidí ser camarera, pero fui la peor camarera del mundo porque soy muy despistada y hacía todo al revés. No me botaron porque era amiguera y me llevaba bien con los clientes. Aprendí a valorar ese oficio.
¿Con este trabajo sobrevivió y cumplió con su objetivo?
Me daban buenas propinas, pero como la vida es muy cara en Europa, no me alcanzaba. Entonces se me ocurrió hacer audiciones para un proyecto grande, una serie internacional, grabada en España y otros lugares. Me eligieron. Encarné a un personaje secundario, no me permiten dar detalles, pero creo que se emitirá a fines de año o inicios del próximo.
Mientras usted estudiaba y trabajaba, ¿su esposo qué hacía?
Michy también fue a estudiar, estuvo en el Instituto Internacional de teatro Arturo Bernal. Se sacaba la madre, entrenaba todo el día. En diciembre cumpliremos dos años de casados. Ambos somos camaleónicos, él dirige, yo escribo las obras de nuestra compañía, Toc. Con esta hemos presentado Sexo en público, entre otras. Actuamos, ya sea en teatro, cine o TV. Planificamos un proyecto audiovisual: un largometraje social de temas que como escritora necesito expresar.
¿La escritura es una faceta que surgió ahora o desde antes?
Estoy empezando a escribir más. Al principio (en la niñez) eran solo poesías, ahora obras de teatro y para cine. No me agrada hablar de temas superficiales sino algo que le quiera gritar al mundo. Me mata la indiscriminación, el machismo, el clasismo no lo entiendo. El bullying es algo que me afectó y que afecta. Siempre hay que poner un granito de arena de manera responsable.
Un año sin la mamá cerca, ayuda a crecer...
Me sirvió para apreciar todo lo que tengo. Extrañaba mucho a mi mamá, a veces la llamaba llorando y le decía que no podía más. Me respondía que no tenía la obligación de quedarme en España, pero que yo era fuerte y que iba a cumplir con mi objetivo. Eso me ayudó, porque mucha gente me dijo que no me vaya a Europa, que estaba en un buen momento de mi carrera. Otros no creían en mí. Mi papá (Marcelo) fue a visitarme justo en el mes de su cumpleaños, no lo creía porque nunca había estado con él en esa fecha. Vive en Brasil, no visita Ecuador. La sorpresa fue enorme.
Es notorio que entre usted y su esposo Michy, existe una buena relación...
Con Michy nos une el arte, es el canal por el cual podemos expresar lo que sentimos, pensamos o lo que nos parece injusto. Somos los mejores amigos y no descuidamos nuestra relación sentimental. Se enamora a alguien todos los días porque si no el amor se va, el amor es accionar. Michy no es celoso y yo no acepto que me oculte algo. A la primera mentira me pierde.
Marián sueña con ser abuela, y ¿usted cuándo quiere ser madre?
Todavía no llegarán los niños. Quisiera uno pero después. Él tiene una nena (Martina) de 9 años. Nos llevamos muy bien, me cuenta todo y es muy talentosa.
¿Cómo evitará que sus hijos estén expuestos como usted lo estuvo?
Encontraré un punto medio. No quiero que se repita lo que me afectó a mí, quisiera que viva su etapa de niño.
Han surgido rumores que entre Marián y su esposo Kikín Mero existen problemas...
Con Kikín mantengo una buena relación, con su hija Carolina hemos sido amigas desde los 7 años. Como he estado ocupada con las grabaciones de la telenovela no he podido visitar a mi mamá este último mes. Cuando regrese de Chile, donde se fue de viaje, conversaré con ella. No sé cómo mi mamá y Kikín están manejando el tema de la distancia, porque él ahora se encuentra en Estados Unidos. Sé que pasaban por un momento complicado por estar distanciados.
¿Probaría suerte en la animación?
Me interesaría un programa como Así somos, en el cual se debatían diferentes temas. En farándula no me veo, no quiero contar asuntos personales ni hablar mal de nadie. No les daría sintonía.
¿La comparan con su mamá?
Ya me comparan mucho menos. Soy Bárbara, tengo mi nombre y me lo he ganado por mérito propio. No me avergüenza ser la hija de Marián Sabaté, pero eso no quita que me haya ganado mi espacio. He estudiado tres carreras: un tecnólogo en teatro, además comunicación escénica y un diplomado en cine.