Bano de verdad

Cada día escuchamos cada vez más voces desde varios ángulos y vertientes pidiendo que el vicepresidente de la República sea llevado a juicio político. Asimismo, pedidos de investigación ante la Fiscalía General del Estado, requiriendo investigación sobre procesos donde se presumen coimas y sobornos.

La estrategia hasta ahora ha sido la de no permitir que el vicepresidente se exponga, bajo ningún concepto, a ningún tipo de proceso, sea político o judicial.

Pienso que siendo una autoridad de ese nivel, lo lógico y necesario es que sin dilación decida enfrentar los procesos judiciales y políticos que le han planteado; es la oportunidad de oro para probar que no tiene nada que ver con los casos en los que se lo ha involucrado. Que es impoluto y no tiene nada que ver, a pesar de que su tío carnal está involucrado y detenido por presuntas irregularidades en el caso Odebrecht, que sus subalternos de Petroecuador han corrido la misma suerte, que varios exministros y responsables de los sectores estratégicos, de los que él era responsable, también están involucrados. Es decir, sería maravilloso para él probar que ante semejante lodazal que lo rodeaba, salió pulcro e inmaculado y entonces quedar casi a la altura de un héroe.

No es buena la estrategia de bloquear toda acción que se pretende contra él, no es bueno el descalificar todo diciendo que no hay pruebas que lo involucren directamente, no es saludable desconocer denuncias diciendo que un texto está incompleto. Las personas de bien ante situaciones como estas lo que hacemos es salir a dar la cara y probar hasta la saciedad nuestra honorabilidad y rectitud, para que nadie, más adelante, pueda señalarnos en la calle como responsables de hechos que no hemos cometido.

De no hacerlo darán fuerza al conocido refrán “cuando el río suena, piedras trae”. “El que nada debe nada teme”, acepten el reto y enfrenten como corresponde los procesos iniciados y que al final brille la justicia, con objetividad y sin favores de ninguna naturaleza.

El país necesita desesperadamente un gran baño de verdad.