Aviones presidenciales

Los vehículos aéreos que el Estado adquirió para uso oficial, esto es para que el presidente de la República se desplace dentro y fuera del país y ocasionalmente también lo hagan sus colaboradores, se han convertido en símbolos de poder. Pero en los últimos tiempos parecen haber entrado también en controversia por la promesa de ciertos mandatarios de prescindir de ellos (no se sabe si por patriotismo o meros alardes demagógicos) y acudir al transporte comercial, ya sea pagando ellos mismos el valor de los pasajes o haciendo que se lo carguen en la cuenta de viáticos o gastos de transportación.

En épocas muy pasadas, si nos dejamos conducir por la memoria histórica al siglo XIX, por ejemplo, los principales ciudadanos de la nación que obligadamente tenían que recorrer el país para la ejecución de sus tareas de servir a todas las regiones, sean la costeña, la serrana o la oriental, lo hacían por lo general a lomo de mula y por caminos casi intransitables, amén de la navegación por los ríos correntosos en naves empujadas por las brisas eólicas, en jornadas que no duraban solamente horas, como en el presente, sino días o semanas.

El ultrapopulista recién inaugurado presidente del país azteca, López Obrador, apenas se instaló en el poder prescindió del uso del avión que en el pasado había transportado de lo lindo a sus antecesores. Sus primeros desplazamientos a zonas distantes de la capital mexicana los hizo utilizando la ruta comercial como un pasajero cualquiera. Y nuestro gobernante, aunque todavía no ha cumplido su promesa, también ofreció al comienzo de su mandato vender pronto por lo menos uno de los dos aviones (adquiridos por Correa) con los que cuenta la Presidencia de la República.

Al referirnos a tales aviones debemos recordar, además, que frente a las muchas acusaciones que se ha hecho al régimen de la llamada por los correístas “década ganada”, sobre todo en lo que tiene que ver con los actos de corrupción, se investiga la denuncia, contando los cientos de vuelos cumplidos, de que tales aparatos viajaron a los desacreditados paraísos fiscales 47 veces, sin pasajero alguno, suponiéndose que llevaban algunos “depósitos” de fondos sacados en secreto del erario fiscal.