Un atisbo de felicidad

Estoy encantada de participar en la celebración de este año del Día Internacional de la Felicidad. Pero prefiero centrar mi atención en los demás 364 días del año, pues trabajo en ese tema. En todo el planeta ha habido una serie de iniciativas que intentan ir más allá del PIB y los datos sobre escuelas o camas de hospital para medir el éxito de un país en términos de gobierno y desarrollo. En 2011, la ONU pidió a los Estados miembros poner más énfasis en la felicidad y el bienestar en sus planes para avanzar hacia un mayor desarrollo social y económico. Desde entonces, una buena cantidad de países se han dado cuenta de que tiene mucho sentido que sus objetivos de gobierno se articulen alrededor de la felicidad. Mas, ¿qué es exactamente este indicador que llamamos felicidad? Felicidad es saber que uno y su familia están seguros, que hay oportunidades para nosotros y nuestros hijos, y que se puede esperar de la sociedad donde se vive un alto grado de atención, dignidad y justicia. No es algo que se reciba desde arriba: todos debemos trabajar para alcanzarla. Nuestro papel en el gobierno es crear un entorno que la haga posible y una actitud positiva para el desarrollo de óptimas condiciones de vida. También implica un compromiso de ayudar a los demás, así como asumir la responsabilidad de nuestras propias decisiones para proceder de manera constructiva y optimista. La felicidad no se puede obligar, exigir ni imponer, sino fomentarse y nutrirse. Requiere un cambio de mentalidad que pase a apuntar al logro de resultados constructivos, y se experimenta a nivel tanto individual como colectivo.

Ya tenemos un plan de 100 días y un conjunto claro de tareas por delante. Hemos definido directrices para elaborar de políticas en todo el gobierno y comenzado a crear estructuras de coordinación entre las entidades gubernamentales y de definición de nuevos enfoques para los diversos servicios y su prestación. También estamos desarrollando instrumentos de evaluación y referencia para formular y supervisar indicadores de felicidad medibles. Necesitamos, además, que el sector privado se una a nuestros esfuerzos. En uno de los mercados de trabajo más diversos del mundo -en los Emiratos Árabes Unidos vive gente procedente de hasta 200 nacionalidades- debemos asegurarnos de que, más allá de actuar dentro de los marcos legislativos y normativos apropiados, los empresarios de nuestro país lo hagan por su propio interés. Del mismo modo que el PIB no es el único elemento de referencia para definir el éxito de un país, por sí solas las utilidades no pueden definir el éxito de una empresa. Vivimos en un mundo conectado y social en que opiniones, noticias e información se desplazan a la velocidad de la luz. La felicidad es una ventaja competitiva, es central para la marca de una empresa. Nuestro país está en un vecindario difícil. Sin embargo, estamos todos unidos por el deseo de prosperar y ser lo mejor que podamos, en el ámbito personal y el de nuestros seres queridos. Al celebrarlo y fortalecerlo podemos aspirar a ofrecer paz, seguridad, tolerancia, positividad y respeto.

Project Syndicate