Asesinato o acoso sexual a lo Donald Trump

Supongamos dos casos: un asesinato por el gusto de matar, no ligado a una pasión, robo, venganza. Por otra parte, un acoso sexual directo, tocando los genitales de otra persona, pero esperando y consiguiendo con frecuencia su asentimiento. Casi todos responderían que es peor asesinar. Pero cuando Trump dijo hace unos meses que podría asesinar en las calles de Nueva York sin sufrir castigo, la reacción de rechazo fue muy inferior a la que ha sufrido ahora al presumir de acoso sexual. Si es una vergüenza para EE. UU. que aún ese descerebrado pretenda ser su presidente sin que se le coloque todavía donde hace tiempo debiera estar, peor aún es la desequilibrada escala de valores morales que esos hechos muestran tanto en ese país como en otros de su entorno cultural.

Alberto Becerra Montero