Arte. Xavier Franco junto a Luna Callejas empezaron a trabajar en la escultura de una fusión de humano y áreas verdes.

Arte a cielo abierto

Los escultores, los primeros instalados en el Festival de Artes al Aire Libre. La cita es en 3 sedes, en el malecón de El Salado.

Mangle, naturaleza, quietud. Fueron los tres ingredientes que se fusionaron ayer para deleite de los primeros instalados en el Festival de Artes al Aire Libre, que este año cumple su decimoctava edición y que se desarrollará hasta el 18 de septiembre en el malecón del Salado.

Tres lugares fueron los escogidos: el parque lineal frente a la Universidad Católica, el parque de la Ferroviaria y la terraza de La Bota. Los primeros en instalarse fueron los escultores, que ocuparán el parque lineal, donde la quietud del sitio es fuente de inspiración para algunos, como Xavier Franco Jaime, quien se ha inscrito en el festival cuatro veces.

“Por ahora el sitio es el mejor para trabajar sin interrupciones. El espacio es tranquilo, sin ruido, sin aglomeración, como sí había en la plaza Colón. Llegaba gente con niños y era un poco difícil avanzar”, dice el artista plástico graduado de Bellas Artes.

Igual considera Darío Nieto Mendieta, de 42 años, quien la mañana de ayer tallaba una placa de acrílico reciclada que será la base para su árbol hecho con botellas. Esto apegándose a la temática que tuvo el festival como requisito: llevar un mensaje de conservación de la naturaleza.

Nieto, quien es docente en la Universidad Católica, considera adecuado el espacio elegido, pues “el lugar se presta para trabajar por la tranquilidad que se siente”.

Al igual que Franco, el catedrático participa por cuarta ocasión en el FAAL, y la temática de este año lo hizo volver. “Tenía varios años que no me inscribía, pero la temática me llamó la atención, ya que en la universidad trabajamos bastante con campañas y actividades en el tema de concienciación. Eso y que se haya cambiado la sede, que me queda cerca de la universidad”, comenta.

La instalación de esta ala del festival tuvo sus contratiempos como el suministro de energía. Hasta el mediodía Jimmy Coveña Coveña no había podido instalar sus herramientas eléctricas: esmeril y taladro para empezar.

El hombre, oriundo de Rocafuerte (Manabí), pero radicado en Durán, trabaja en tagua y necesita de estas dos herramientas básicas para desarrollar su arte, el tallado de esta semilla.

Aunque ejecuta esta labor hace 30 años, es la primera vez que participa en el FAAL y lo hace junto a su hijo Alan, de 23 años. Él, en cambio, trabajará su escultura con fibra de vidrio; para el festival ha diseñado un cóndor, ave representativa del país, que está en peligro de extinción, para apegarse a la temática del festival.

A diferencia de los otros artistas, a José de la Rosa Hernández le preocupa que el FAAL se haya cambiado de sede. “Lo hacían en el malecón 2000 y ahí hay bastantes turistas. Acá vienen, pero en menor cantidad y sí me preocupa que no venga mucha gente porque me interesa mostrar mi trabajo”, dice el joven, quien considera al festival una vitrina en la cual puede exhibir sus trabajos y su arte. Su sueño es que le salga alguna oportunidad laboral.

KSG