El arma es la Policia

Al hilo de cualquier acontecimiento delictivo, desgraciadamente tan frecuentes en Ecuador, salta periódicamente la chispa de la necesidad de facilitar el acceso a las armas a los ciudadanos, en un debate de apología de la autodefensa que se apoya en argumentos populistas siempre tan permeables cuando la sensibilidad está a flor de piel por la barbarie delincuencial.

El uso y tenencia de armas en Ecuador está regulado por una ley que prohíbe ser portador sin una autorización. El problema se agrava para sectores que viven más aislados como los camaroneros, acosados por la piratería y el robo, o los ganaderos, víctimas de unos cuatreros campantes a sus anchas como en una vieja película del Oeste. Pero también está a flor de calle en las ciudades. Los robos son habituales y Guayaquil y su zona de influencia son escenarios propicios para los que prefieren vivir al margen de la ley.

La decisión de armar a la población semeja más a una venganza que a hacer justicia. Cuando la situación se agrava es cuando los encargados de regir los destinos de los países tienen que tener la cabeza más templada. La seguridad se construye con oportunidades de trabajo y educación. Fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia es el primer paso para que la población se sienta tranquila. Y luego se trata de diagnosticar los problemas locales para diseñar estrategias específicas.

En este problema, además, la percepción camina por una vía separada de la realidad. Las redes ahora explotan los asaltos en semáforos y comercios. Las autoridades, sin embargo, insisten en rebajar las estadísticas de actos violentos a pesar de lo que la gente está viendo a diario en las pantallas. Hay un problema de credibilidad de la información oficial porque sus datos no tienen contraste.

Los defensores de un acceso menos complicado a las armas se miran en Estados Unidos, un país que presenta estadísticas de 101 armas por cada 100 habitantes, con índices de delitos más bajos que en Latinoamérica, aunque sustancialmente más elevados que Europa. O Japón. El país asiático presenta unos envidiables números de 0,3 homicidios por cada cien mil habitantes con un porte de 0,6 armas por cada cien pobladores.

Moraleja: cuando se arma a la población se multiplica el número de víctimas y también se facilita el acceso de armas a los delincuentes.

Moraleja (2): la mejor arma es la Policía.