Aktion T4

siempre nos dicen que debemos aprender de la historia para no cometer el mismo error dos veces. Para no tropezar con la misma piedra. “El que no conoce la historia está condenado a repetirla”. Estudiando sobre un episodio en la Alemania nazi, llegué a otra conclusión: a veces hay que conocer la historia para saber exactamente qué hacer. O incluso, para tener esperanza. En 1939 empezó el programa Aktion T4. Bajo la mentalidad nazi, quien no fuera productivo y no entrara bajo el prototipo de “perfección de la raza aria”, debía ser eliminado. De esta manera empezó la exterminación sistemática de personas con discapacidad mental o física. La forma de operar era la siguiente: llamaban a los representantes de los niños o ancianos que se encontraban en una casa de cuidado a informar sobre un “nuevo tratamiento” que podría mejorar su “condición”, por lo que serían transferidos a un hospital del Estado. A la semana, los familiares recibían un telegrama informando que el paciente había muerto de apendicitis. No existía tratamiento alguno. A pesar del terror que generaba la Gestapo, esta fue la ocasión en la cual la gente se levantó. Cuando la Iglesia católica confirmó que habían asesinado a decenas de miles en este programa, el cardenal Clemens August Graf von Galen, aun sabiendo que ponía su vida en peligro, denunció esta matanza. Incitó a la gente a salir a protestar a las calles ya que “callar es lo mismo que asesinar”. Ese año el programa fue cancelado. Hitler terminó cediendo ante la presión de la opinión pública. Perder a los católicos y la unidad del imperio que trataba de mantener era un riesgo que no podía correr. Este momento, esta sublevación, este reclamo, no terminó con el régimen nazi, no impidió otras catástrofes como los campos de concentración. Pero no por eso hay que disminuir su precedente: cuando la gente pierde el miedo, cuando hay valientes que están dispuestos a sacrificarse para inspirar al resto, se puede lograr que incluso el Tercer Reich dé su brazo a torcer. Cuando en la lucha no sepamos cómo avanzar al futuro, hay que mirar hacia atrás.

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