Servicio. El mayor porcentaje de aguas residuales de la ciudad es vertido al río Guayas tras ser tratadas.

El agua potable se va al debate

90 % de la ciudad cuenta con el servicio de agua potable, según datos de la Alcaldía de Guayaquil.

¿El tratamiento que reciben las aguas residuales vertidas al río Guayas afecta la calidad del agua que tomamos?

El consorcio Interagua, que provee a la ciudad del líquido vital, es enfático; no y de ninguna manera.

La entidad dijo a EXPRESO que por la distancia entre la planta La Toma, de donde se capta el agua potable de Guayaquil, Samborondón, Nobol y Durán, con los puntos donde se realiza el desfogue de las aguas negras, es imposible que haya afectación alguna.

“No hay ninguna relación entre los puntos de captación y de desfogue. La distancia entre ambos es inmensa. Además, la licuación del río Guayas permite la reabsorción de nutrientes, así que ni en el caso de mareas hay una confluencia”, aseveró Ilfn Florsheim, vocera de la compañía.

La funcionaria rebatió el estudio del Banco Mundial que este Diario publicó ayer: “Hay imprecisiones, porque las aguas residuales de la ciudad sí reciben un tratamiento primario. Las aguas del norte de Guayaquil van a las lagunas de oxidación y las del sur a la estación del Guasmo. No hay contaminación ni al río ni a los ciudadanos”, señaló.

Los expertos, en cambio, no lo tienen tan claro.

La Dra. Beatriz Pernia, docente e investigadora de la facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil, cita el exceso de coliformes (bacteria que indica contaminación del agua y alimentos) y metales pesados en las cuencas de los ríos Guayas, Babahoyo y Daule, como motivo de su vacilación.

“Nosotros hicimos mediciones de cadmio, por ejemplo, en los tres ríos, y ya hay una afectación, entonces no se puede decir que todo se diluye o que todo se puede remover”.

El hidrógrafo Robin Centeno concuerda.

“No se puede decir que una parte está más limpia solo porque de ahí se capta el agua que se potabiliza. El río Guayas no logra diluir todos los entes contaminantes, y eso lo comprueban no uno, sino varios estudios. Hay normas que especifican límites de ciertos químicos en el agua, pero eso no quiere decir que viene 100 % limpia, solo que es, hasta ahora, apta para el consumo humano”.

El ingeniero ambiental Danilo Álvarez, en cambio, considera que sugerir que hay una afectación en el líquido vital es erróneo y peligroso.

“Puede haber pánico y sería exagerado. Sí, los índices de contaminantes en el río son excesivos y las plantas de tratamiento reciben más aguas residuales de las que pueden atender, en eso concuerdo. Pero el agua potable de Guayaquil pasa por 500 tomas de muestras mensuales que determinan que es apta para el consumo”.

Lo residual versus lo potable

250.000 metros cúbicos de aguas residuales se generan a diario en la ciudad durante la estación seca. La Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Emapag) establece que estas reciben ‘pretratamiento’, lo que contempla la remoción de la separación de partículas de gran tamaño, como botellas de plástico, la eliminación de arena y de grasas y aceites. De ahí van al río Guayas.

El agua potable, en cambio, se capta sobre el río Daule y pasa por un proceso de remoción de desperdicios. Luego se le agregan químicos y finalmente es filtrada, desinfectada y clorificada. De ahí pasa a las tuberías desde donde la ciudadanía puede utilizarla.

Interagua agrega que cumple con las normas de calidad nacionales e internacionales y la aprobación del Instituto Ecuatoriano de Normalización (INEN). Sin embargo, reiteran que, tras ese proceso, la calidad dependerá del estado de las tuberías y cisternas de cada casa.