Agricultura, inundaciones y efecto

Generalmente la llegada de las lluvias pone en evidencia lo que algunos llaman “desinterés y despreocupación” por la situación económica, social, demográfica y agrícola de los sectores que viven en las zonas que sufren mayor afectación. En esos momentos es cuando se constatan las marcadas diferencias que hay entre la sociedad urbana y las colectividades del campo.

Lo curioso y singular es que esto que sucede en el área rural (y que se reitera todos los años) revela un evento y fenómeno que en las últimas décadas no recibe atención ni solución. Las diferentes administraciones parecen mostrar poca preocupación por el tema, y algo de interés solo cuando se producen las incidencias y los efectos del fenómeno de El Niño, de carácter irregular, los cuales, generalmente tienen consecuencias desastrosas no únicamente para los núcleos humanos rurales sino también para la economía agrícola de esos sectores.

El conjunto entero del país conoció los enormes y graves efectos que en destrucción del sector rural dejaron los fenómenos de El Niño de 1982-1983 y 1997-1998. Los resultados fueron grandes devastaciones agrícolas, así como también daños en infraestructura y pérdidas humanas.

Hoy las zonas agrícolas donde se siembran y se cosechan productos para el mercado externo y el interno, ya muestran graves deterioros. Los informes preliminares de los organismos gubernamentales dicen que el número de hectáreas afectadas que están en la región litoral suman más de 10.000. Corresponden a las provincias de Manabí, Guayas, Los Ríos, El Oro y Santa Elena. En ellas hay destrucciones y pérdidas en cultivos de cacao, maíz, plátano, banano, melón, sandía, café, etc. Por esto es necesario que se dé la adecuada atención a esas colectividades rurales. Ya los eventos del “crudo invierno” dan cuenta de los daños que se están produciendo en grandes extensiones de esas zonas agrícolas. Da la impresión de que las estrategias de atención solo parecen diseñadas para las ciudades y no para el campo.

Es preciso que a los habitantes del área rural (sobre todo de la costa), que sustentan la seguridad alimentaria y proveen de divisas, sean atendidos con urgencia.

Es importante que a ellos también se dirijan la preocupación, interés y atención del Gobierno central, ministerios y gobiernos seccionales.