Mientras cada producto que se distribuye en el mercado pasa por hasta cinco manos, en los huertos urbanos salen del jardín de la casa directamente a la mesa.

Agricultores y sin salir de casa

Un huerto urbano genera un empleo cada 100 metros cuadrados en la cadena de producción, suministro de insumos y comercialización.

Cada tres horas, sea invierno o verano, llueve durante 15 minutos en el patio trasero del número 205 de Cedros y Víctor Emilio Estrada, en Urdesa central. No es lo único de particular en esta vivienda de los años 50. Cada mañana uno de los habitantes recorre aquel espacio para surtirse de las verduras con las que se preparan las comidas diarias.

Lo de la lluvia es parte de un mecanismo de riego controlado, mientras que las hortalizas son el producto de una iniciativa que promueve la alimentación sana y que se conoce comúnmente como huertos urbanos. Su dueño es Jaime Saavedra, quien mantiene en sociedad con Christian Monge Parra un pequeño sembrío que alberga aproximadamente 50 productos de consumo.

“Hace cinco año iniciamos esto de manera formal”, dice Saavedra, aunque ya desde antes en aquel espacio “mi abuelita tenía sembradas ciertas hortalizas. Ella me mandaba a jugar con mi balón al parque porque yo maltrataba sus plantas. Así, de manera indirecta, me enseñó a amarlas también”.

Es por eso que Monge calzó de buena manera en el sitio cuando volvió al país con un cargamento de semillas y conocimientos acerca de la permacultura, que no es otra cosa que el intento de trasplantar en un entorno urbano algo así como el paraíso de Adán y Eva.

“Nos pusimos de acuerdo y compartimos responsabilidades sobre este sembrío”, dice Saavedra, quien dio posada a su amigo para poder estar cerca de lo que actualmente se conoce como Huertortuga, el primer huerto urbano formal de Urdesa y puede que hasta de la ciudad.

“No conozco que exista otro. En Samborondón hay dos proyectos en ejecución. Pero en Guayaquil, no tengo conocimiento de que ya se esté experimentando con esto”, dice Saavedra, quien se entusiasma con la posibilidad de que en un futuro cercano se repliquen experiencias de este tipo.

“Así uno podría intercambiar los productos. Lo que yo tenga en excedente, lo cambiaría por verduras que otros tengan de más. Así podríamos completar la canasta alimenticia del día, sin necesidad de acudir al supermercado”.

Un informe reciente de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) determina que este tipo de huertos es hasta 15 veces más productivo que una finca rural, que un espacio de apenas un metro cuadrado puede proporcionar 20 kg de comida al año.

Esto lo saben muy bien Saavedra y Monge. Al momento no solo cultivan plantas de lechuga y pepinos, sino también extraen tabaco y hasta café. “Producimos el primer café urdesino”, comenta Saavedra, quien muestra los granos dorados de una reciente producción.

Saavedra se entusiasma con lo que puede cosechar. Algunas de sus plantas son consideradas superalimentos. “Tenemos desde mizuna hasta kale (lechuga rizada). Hay seis variedades de albahaca y experimentamos hasta con fresas. El huerto es muy completo”.