Se nos fue el 2018

Lo tradicional no siempre lo hago con agrado, aunque no deje de reconocer su validez. ¿A qué me refiero? A los famosos análisis de fin de un período donde se hace el recuento de todo lo que nos deja el lapso que termina, relacionándolo con lo bueno, lo malo y lo feo ocurrido durante ese tiempo.

Con seguridad, de lo bueno se recordará poco. La crítica, siguiendo los cánones al uso, siempre debe ser negativa. Si no lo es no concita la atención del respetable y, lo más grave, se entra en la sagrada sospecha de haber pactado con el gobierno, de haberse vendido por un plato de lentejas o algo por el estilo.

Lo malo constituye un enorme filón, inagotable diría en una republiquita como la nuestra, con pretensiones de potencia revolucionaria y, ya lo dijo Lenín (el nuestro) por estas tierras a cualquier pendejada se la llama revolución. Si no hay suficientes cosas malas que recuperar, algunos las inventarán pero, creo que respecto del 2018 transcurrido no hace falta inventar. La realidad de lo malo supera la imaginación del más creativo y sensacionalista analizador de la situación.

En cuanto a lo feo, creo que por estética hay que ahorrarle al lector repetir el gesto de desagrado que a su tiempo se le generó, trátese de delincuentes fugados, de administración de la justicia indolente o cómplice, de jueces pagados o comprados o atemorizados. En todo caso, pienso que estoy cayendo en lo que critico y lo que me interesa es reflexionar un poco sobre el 2019, que tiene la especial condición de que es año electoral.

Tal cual corresponde a los ensayos contemporáneos de prospectiva, en América Latina aventurarse a pensar en términos anuales resulta un riesgo inútil. Además no hay datos y si existe alguno con seguridad está manipulado.

Por ello me atrevo a pensar en el primer trimestre. Con la gasolina ya alzada (o sin subsidio como dicen los economistas afines al régimen) aunque creo que sin mucha potencia, dada la debilidad de los movimiento sociales, algo de protesta se sentirá.

Los partidos políticos tradicionales no contribuirán a ello y el próximo año les sigo contando.